España
Un paraíso cercano y casi virgen por César Lumbreras
Nunca me gusta dar consejos y menos en asuntos de viajes. Pero hoy voy a saltarme esta norma para recomendar un viaje a la isla del Hierro, la más desconocida y la menos visitada del archipiélago de las Canarias.
Es verdad que se tarda en llegar, porque tiene lo que allí llaman la doble insularidad y hay que coger dos aviones, por lo menos, hasta desembarcar en su aeropuerto, a la vera del Océano Atlántico, lo que resulta incómodo. Pero gracias a eso y a la apuesta que los responsables de esta isla han hecho por una economía sostenible, incluido el turismo, podremos disfrutar de uno de los pocos paraísos casi vírgenes que todavía quedan. Es verdad también que las playas no son nada del otro mundo, pero hay muchas otras cosas de las que disfrutar. Por ejemplo, de su tranquilidad, ya que en algunos de sus pueblos se sigue viendo mal el cerrar las puertas con llave. También de sus paisajes, como el que se divisa sobre el Golfo y Frontera desde el mirador construido por César Manrique llamado la Peña. Los cultivos de piña tropical y las plataneras son otros de sus alicientes.
No se puede perder uno el atardecer desde la punta más meridional y al oeste de España, con el sol poniéndose sobre el Atlántico, imaginándonos las tierras americanas más allá. Es imprescindible una visita hasta el puerto de La Restinga para degustar el pescado y los camarones autóctonos, así como las lapas. Todo ello regado con vinos de la isla. El queso herreño, los otros productos lácteos o la ya citada piña pueden ser el colofón de una buena comida. Ya digo, El Hierro es un paraíso casi virgen que está cerca.
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