Tokio
El agua de Tokio vetada a los niños
La radiactividad en el suministro alcanza niveles que podrían resultar nocivos para los menores de un año. La población hace acopio de agua embotellada
Una hora y media tardaron en acabarse ayer las existencias de agua mineral en un pequeño supermercado de Shinagawa, a las afueras de Tokio. El miedo a la contaminación radiactiva se hacía más palpable en la capital japonesa después de que las autoridades locales reconociesen un incremento del nivel de yodo en los depósitos de agua potable, que ha alcanzado niveles que podrían resultar nocivos para niños menores de un año, aunque no para adultos. «Ha venido gente que se ha llevado hasta 20 litros. Está llegando muy poca agua desde el terremoto porque las plantas tienen problemas para embotellarla. No creo que mañana podamos reponer existencias», se quejaba el propietario del supermercado.
Las autoridades, una vez más, insistieron en que no había motivo para la alarma, ya que los niveles, aunque por encima de los recomendados, no presentan «graves riesgos inmediatos». Pese a ello, se sugirió dar de beber agua embotellada a los bebés. El alcalde de Tokio, Shintaro Ishihara, exigió «calma y sensatez». Mientras, las televisiones repetían mensajes pidiendo que la gente no haga acopio de existencias y asegurando que sigue siendo perfectamente seguro bañarse, lavarse los dientes, o incluso cocinar, con agua del grifo. Al parecer, la concentración más alta de yodo (210 becquerel por litro) se registró en la planta de Kanamachi, que surte al centro y oeste de la capital. Según la normativa japonesa, los límites de yodo no deben exceder los 100 becquerel por litro en caso de bebés y los 300 para los adultos. «Aunque bebas durante un año esta agua, no tendría efectos nocivos para la salud», tranquilizó el portavoz del Gobierno, Yukio Edano.
Unas palabras que no convencieron a todos los japoneses. «No me preocupa lo que ocurre ahora con el agua, me preocupa lo que pueda ocurrir dentro de unos días. No voy a dejar que nadie de mi familia beba agua del grifo, por precaución», aseguraba Yoko, una joven madre que trabaja como recepcionista en un hotel. A pesar del cansancio acumulado por una emergencia nacional que dura ya casi dos semanas, los japoneses siguieron ayer pendientes de las noticias. Edano no le restó gravedad a la situación en la central, a pesar de que se han conseguido avances significativos en los últimos días: seis reactores ya están conectados a la corriente eléctrica y se procede a poner en marcha las salas de control. Al cierre de esta edición, en una de ellas había ya luz eléctrica. Como contrapunto, se hicieron públicos los inquietantes datos procesados por un programa informático que proyectó los niveles de radiación que se podrían alcanzar en los próximos días, indicando que no se descarta que se registren cantidades nocivas más allá del perímetro de seguridad de 30 kilómetros.
El portavoz también dijo que es temprano para pensar en aumentar ese perímetro; y que más que una nueva evacuación, llegado el caso, bastaría con que los vecinos permaneciesen dentro de sus casas. Una medida que ya se está haciendo en el segundo radio, de los 20 a los 30 kilómetros.
También ayer, el Gobierno restringió la distribución de once verduras de Fukushima en las que se detectaron niveles de radiación excesivamente altos, entre ellos brécol, espinacas, repollo o nabo. Igualmente ordenó detener la distribución de leche y perejil en la vecina provincia de Ibaraki. En otro de los informes que se dieron ayer, las autoridades estimaron el coste económico del terremoto y sus consecuencias en unos 309.000 millones de dólares.
Hong Kong prohíbe la comida nipona
Hong Kong prohibió ayer la importación de comida y leche de cinco prefecturas de Japón ante el temor de que pudieran estar contaminadas por la radiación, informó el Centro para la Seguridad Alimentaria de la ciudad. «La prohibición se centra en los productos alimenticios producidos o recogidos en cinco prefecturas desde el 11 de marzo», anunció la portavoz, que explicó que entre dichos productos se incluyen la leche natural y en polvo, las bebidas, las frutas y verduras, la caza, carne, pollo, huevos y productos del mar. Por otro lado, la UE confirmó ayer que no ha hallado trazas de radiación ni en alimentos importados ni en la atmósfera.
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