Berlín
El futuro musical suena en Santander
Hasta el 22 de julio, Cantabria se convierte en la meca musical de Occidente gracias al Encuentro de Música y Academia de Santander, en el que participan los grandes especialistas de cada instrumento. Zoltán Kocsis, Duncan McTier y Fabián Panisello se incorporan este año a la cita, auspiciada por la Fundación Albéniz
Los pasillos del conservatorio Jesús de Monasterio de Santander son una pequeña torre de Babel. Jóvenes promesas de la música clásica caminan de un lado para otro con sus enfundados instrumentos a la espalda; por delante les espera un apretado mes repleto de clases magistrales, ensayos y conciertos por toda Cantabria. Aunque el inglés es la herramienta común para comunicarse, es precisamente la música la que salva fronteras y los une a todos a un mismo son.«Descubrí hace muchos años que la música es un lenguaje universal. Le da la oportunidad a todo el mundo de comunicarse a través de ella. Hace que no importe la procedencia, porque cuando se junta a diferentes profesionales en un concierto tocan al unísono como amigos. Es lo que tiene el arte, y especialmente la música», asegura Péter Csaba, director artístico del Encuentro de Música y Academia de Santander, que cumple diez años desde que la Fundación Albéniz pusiera en marcha la propuesta, que sirve como previo al Festival Internacional de Santander. Completos y globalesCsaba recuerda perfectamente el primer encuentro, cuando él era uno de los maestros invitados y estaba afincado en Suecia, donde ya le rondaba por la cabeza un evento parecido, pero a menor escala: «El tiempo ha pasado muy rápido. La idea era ayudar a jóvenes artistas de diferentes procedencias, y, por tanto, diferentes estilos, a perfeccionar su técnica instrumental individual y colectivamente, por medio de clases magistrales impartidas por grandes maestros, con los que también tocarían. Pues, para nosotros, el futuro pasa por que se conviertan en artistas completos. El encuentro es global, algo que lo hace único en su género. Cuando yo era joven no había nada como esto y sé lo difícil que es viajar y conocer a otros músicos cuando estás empezando».«Rara avis»Elementos que han hecho de este encuentro un «rara avis» dentro del circuito de festivales y eventos musicales de primer orden. No es para menos, la excelencia es su prioridad y los alumnos lo saben. «Cuando vamos a los conservatorios europeos son muchísimos los músicos que se presentan a las audiciones para venir a Santander, es algo increíble. Y una gran satisfacción», relata el maestro Scaba, pero no todos los perfiles valen.«A la hora de elegir a los participantes, es más importante ver cómo piensan, cómo son y cómo se integran en un grupo de música de cámara o en una orquesta, antes de intentar encontrar un nuevo prodigio». Esta edición cuenta con un total de ochenta alumnos procedentes de conservatorios de media Europa, como la Royal Academy of Music y el Royal College of Music de Londres, el Conservatorio Superior de Música y Danza de París, las Escuelas Superiores de Música Hanns Eisler en Berlín y la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid, entre otros.Pese a que se reúnen los mayores jóvenes talentos procedentes de todo el globo y, comprensiblemente, la competitividad puede hacer su aparición, es el compañerismo lo que aflora, pues las competiciones son para los caballos, afirma Nathaniel Andersson-Frank citando a Pau Casals, considerado uno de los mejores violonchelistas de todos los tiempos. «Alguien puede tocar a Paganini cabeza abajo, y no necesariamente significa que esa persona toque bien. La cooperación es fundamental, siempre habrá alguien que toque mejor que tú», opina este canadiense de 25 años que saca lo mejor de un violín Testore/Milanese de 1730 y estudia un máster en la Royal Academy of Music de Londres. «La música es muy subjetiva, no juzgo nunca quien toca mejor o peor que yo, es cómo te sientes con ella y lo que te hace sentir. Está estrechamente relacionada con el sentimiento humano y no hay nada más humano que colaborar». Reafirma esta idea Amy Yuan, violinista china de 23 años y líder de la Joven Orquesta de Gran Bretaña. Su increíble disciplina no les impide compaginan a la perfección las clases y los ensayos con otras actividades extra-académicas, que ya se han convertido en toda una institución en el encuentro: sol, playa y fiesta. Palabras que enumeran entre risas y en español, con una dicción perfecta. Confiesan que salen, pero nunca afecta a sus clases y conciertos. «Una parte del trabajo en común es pasarlo bien juntos», concluyen estos jóvenes. Con intensidadAisha Orazbayeva, violinista de 25 años de Kazajstán, repite por segundo año en el encuentro y es clara en el motivo: «Simplemente porque el año pasado me encantó, fue muy divertido», se sincera entre risas, y explica: «Me encanta la intensidad con la que se hace todo, es increíble poder concentrar en un mes diferentes experiencias y que vives con otras personas que están en la misma situación que tú. Tocas con grandes maestros y lo hace en una ciudad con un ambiente increíble. La gente dice que este festival es el mejor, y así es».El Encuentro de música y Academia 2010 se inauguró el pasado lunes 5 de julio con un concierto en la sala Argenta del Palacio de Festivales de Santander. El maestro Zoltán Kocsis, director musical general de la Filarmónica Nacional de Hungría y uno de los profesores invitados este año, dirigió a la Orquesta Sinfónica Freixenet del Encuentro, con los alumnos al completo, en dos de las obras que conformaban el programa, la «Suite de danzas», de Béla Bartók –Kocsis es experto en este autor_, y la «sinfonía número 9», de Schubert, y se sentó al piano para interpretar el «Concierto para piano y orquesta número 12», de Mozart, algo muy excepcional en él. Kocsis coincide con el director del encuentro en afirmar que «no necesitamos más solistas mimados, sino buenos músicos de orquesta, que vean que la labor del conjunto tiene tanto valor como la vida de un solista».
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