China
Eco-Resignación por Ramón TAMAMES
La anterior Conferencia del Clima, la Quince, en Copenhague-2009, desencadenó expectativas más resonantes que en la número 16, iniciada en Cancún el pasado 29 de noviembre. Lo cual se debe, primeramente, al propósito de trabajar de manera más recoleta; aunque, ciertamente, también contribuyen la permanencia e incluso el agravamiento de la crisis económica y un cierto espíritu de eco-resignación.
Por otro lado, se extiende la idea de que EE UU y China no están por la labor de ponerse de acuerdo en su particular G-2 sobre la manera de manejar la situación. Prefieren discutir sobre Asia Oriental y el Pacífico, y otras cuestiones estratégicas.
En ese contexto, las previsiones de frenar el calentamiento global se alejan con una general desidia. Desde las 180 partes por millón de gases de efecto invernadero (GEI) que había antes de la revolución industrial (c. 1750), ya hemos superado las 390, y a toda velocidad nos acercamos a las 450, consideradas la «línea roja».
Tan alarmantes indicios se manifiestan, obviamente, en las propias causas del fenómeno en cuestión: los miles de millones de toneladas de GEI que están emitiéndose a la atmósfera, lejos de reducirse a 44.000 para el 2020, avanzan hacia los 56.000 (Royal Society, dixit). Superando así cualquier eventualidad de quedarse por debajo de los míticos dos grados de elevación de la temperatura, con la posibilidad de alcanzar 3,5 desde el enfoque más optimista, y hasta entre 5 y 7 según el más pesimista.
En pocas palabras, podría estar extendiéndose una cierta renuncia a los objetivos de Kioto-97, e incluso de Copenhague 2009. Con actitudes del tipo de «sálvese quien pueda», esto es, de adaptaciones país por país a lo que indefectiblemente se nos viene encima. En vez de perseverar en la idea de que el planeta azul sea el deseable «hábitat hospitalario para todos sus habitantes y especies».
Ojalá que las anteriores observaciones solamente sean una reflexión pasajera, y que la inevitable aceleración del cambio climático acabe con una eco-resignación que resulta más que inadmisible.
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