España

La base militar que nos cambió la vida

Rota acogerá a más militares de EE UU. Su llegada hace 50 años introdujo a la ciudad en la modernidad y transformó el futuro de muchos de sus habitantes

Antonia Ruiz Henestrosa se casó en 1961 con un militar negro. Era la primera vez que ocurría en Rota
Antonia Ruiz Henestrosa se casó en 1961 con un militar negro. Era la primera vez que ocurría en Rotalarazon

Unos hablan de misiles y guerras, otros de economía y otros hablan de amor. Pero todos se refieren a lo mismo: la base de Rota, que formará parte del escudo de misiles de la OTAN. Algo ya sabían en la localidad gaditana, donde últimamente vuelven a alquilarse casas y ha revivido el mercado inmobiliario, al contrario de lo que sucede en el resto de España. Los más optimistas dicen que llegarán hasta 1.200 nuevos militares estadounidenses. Puede que sean menos, pero el empujón económico va a ser fenomenal.

Para otros, en cambio, la base supone una amenaza, estar en el punto de mira de atentados o vivir amenazados por un simple error si se almacena armamento nuclear. Y formar, además, parte de una industria de guerra. «En la mayoría de los casos, los mayores debates o protestas están iniciados por grupos pacifistas u organizaciones anti-OTAN que reivindican eso haciendo uso de la libertad democrática cuyos ideales disfrutamos», cuenta Pepi de la Peña, que nació en la zona, ha vivido hasta hace poco en Estados Unidos y ahora se ha instalado en Italia, junto a su marido, Darren, que es militar.

Pepi no ve más que una amenaza en la base: que te cambie la vida. Y eso sólo puede ser bueno. Hace 20 años, Pepi pasó unas vacaciones en Rota con unas amigas. Ella estudiaba francés, así que no hacía mucho caso a los americanos, a los que no entendía. Pero se encontró con Darren en la playa, en los bares, al cruzar una esquina. Demasiadas casualidades. A ella, que esperaba terminar la carrera y buscarse la vida en España, una base militar le cambió el destino. «Conocí a mi marido, dos años más tarde nos casamos y acto seguido nos fuimos de España. Un año después me vi con un bebé entre mis brazos. Tuve que empezar una vida de cero, aprender un idioma, acostumbrarme y adaptarme a una nueva cultura, ser madre y esposa al mismo tiempo y todo esto se lleva muy mal en soledad. Me cambió la vida drásticamente, ni para mejor ni para peor, simplemente un cambio radical».

Las grandes decisiones políticas o históricas transforman las vidas comunes. Son habituales los matrimonios entre militares y civiles de ambos países. «Para ser sincera –dice Pepi–, no me importaría conocer a esa persona que en su día tomó la decisión de mover tropas a España porque, sin tener el placer y el honor de conocerle, siento que tengo tantísima felicidad que agradecerle».

Bienvenido Mr. Marshall
Con la nueva llegada de militares, la vida de Rota no va a cambiar como sí lo hizo a principios de los sesenta. Rota era un pueblo pequeño, de gente analfabeta, que vivía del campo y del mar y que vio cómo llegaban los americanos, al puro estilo «Bienvenido Mr. Marshall», pero esta vez se quedaban.

De repente, por un acuerdo en el que Estados Unidos puso unas condiciones muy duras a la España de Franco, según cuenta la doctora en Historia Contemporánea Rocío Piñeiro Álvarez, de Cádiz, los americanos se apropiaban de las tierras más fértiles de Rota, mientras el espigón de la base dificultaba la pesca. Era un cambio económico y un brutal cambio cultural. No sólo llegaron cientos y cientos de jóvenes americanos, con sus barritas de chocolate y leche que repartían en los colegios, sino que llegaban tras estar meses y meses en el mar. Desembarcaban con ganas de todo. De un prostíbulo en Rota, se pasó a más de mil prostitutas que llegaron de toda España y transformaron la Avenida de San Fernando en una calle llena de «bares», con comillas, sí.

Rota despertaba al mundo americano cuando España era de otro siglo. Como sigue contando Rocío Piñeiro, autora del libro «Consecuencias de la Guerra Fría, de Washington a Rota», llegaron los jóvenes extranjeros con un cambio de moneda muy favorable, con sus grandes coches y Rota se sobrecogió: «Cuando vinieron los americanos se acabaron las buenas costumbres», decía un alcalde. Cuenta Piñeiro que, en los primeros tiempos, a las chicas decentes no se las dejaba salir.

La llegada de Estados Unidos ayudó a que Rota se transformase y a que la imagen de España cambiase en Norteamérica. Fue poco a poco. En 1980 llegó a Rota Joyce van Dorth y todavía sigue allí, orgullosa de ser «la americana de Rota»: «Cuando llegué, Rota era como el paraíso porque el dinero americano valía mucho. Llegué con mi padre, que era ingeniero técnico y venía a trabajar con los F-18 que al final no llegaron. Yo tenía 15 años y en el aeropuerto de Philadelphia una señora nos preguntó a dónde íbamos. Cuando le contestamos que a Rota, le dijo a mi padre que comprase una casa con rejas y que no me dejara salir de ella».

El primer negro

Lo cierto es que Joyce se enamoró enseguida de un hombre español y está encantada de vivir cerca de la playa en España. «Me acuerdo que durante esa época había muchas manifestaciones en las que se gritaba ‘‘Yankees, go home''. Yo estaba un día paseando con mi novio y futuro marido y había una manifestación. En ella estaba mi suegra, que era socialista».

Estados Unidos, como ahora, trajo a sus militares e introdujo a Rota en sus guerras, pero también en la modernidad. «No seamos hipócritas. La base no perjudica. Se vive de ella, da trabajo», dice José Antonio Martínez Ramos, presidente de la asociación de empresarios. Hace 50 años le cambió la suerte y también, definitivamente, la de sus habitantes. En la pacata Rota de 1961 se casó Antonia Ruiz Henestrosa con un militar americano. Y negro, cuenta el blog «Habitantes y gentes de Rota». Era la primera vez que sucedía, ante el asombro de todos y la indignación de algunos. Su hija y la de Harland Evelyn es hoy «carmen xtravanganza», una famosa travesti.


Un español por tres americanos

Rota está situada a la entrada del Mediterráneo, un lugar estratégico de vital importancia. Por eso Estados Unidos la ha elegido como sede de la fuerza naval del sistema de defensa antimisiles de la OTAN. Asegura la experta Rocío Piñeiro que no es casual que haya sido antes de las elecciones generales cuando Estados Unidos ha decidido negociar con España. No es la primera vez que se aprovecha de la debilidad de un gobierno para tomar ventaja y hacer valer sus posiciones.La base de Rota, que ocupa unas 2.274 hectáreas de las tierras más fértiles del lugar, acogerá con la nueva decisión cuatro destructores dotados con el sistema de combate Aegis. Según la doctora Piñeiro la base tiene capacidad para 45.000 aeronaves y 24 buques. Ahora trabajan unos mil españoles, cuando en su historia, lo máximo han sido 1.800 a la vez.
Según el acuerdo al que llegaron los dos países, la relación entre trabajadores de ambos estados tenía que ser de 1-3. Es decir, por lo menos un español por cada tres estadounidenses. Es habitual que en los comercios de Rota se acepten dólares.