Barcelona
Morente le canta al «Guernica»
El Museo fue todo suyo. Los grandes merecían estar solos. Morente y el «Guernica» cara a cara. El cantaor llevaba un año ya trabajando en la película «Morente, el barbero de Picasso» y quedaba la guinda.
El personal del Museo Reina Sofía no olvidará el chorro de voz de Morente escurriéndose por los pasillos sin turistas de la pinacoteca. Fue hace nada, el 25 de noviembre. El 2 de diciembre estaba todo grabado y ya sólo quedaba la edición. Una visita al quirófano en la agenda de Morente obligó a un paréntesis. Nada grave en principio. Así que el artista y el director del filme, Emilio Ruiz Barrachina, se citaron a la vuelta. Pero el cantaor nunca salió del hospital. Ahora, explicaba ayer a LA RAZÓN Ruiz Barrachina, le toca a él montar la película sin su protagonista. «No es lo mismo terminar con Enrique al lado que solo, intentando hacer lo que él quería. Es un acto de responsabilidad y así lo asumo. Será el homenaje que le podemos hacer».
Querido por sus vecinos
La cinta, que se estrenará en el Festival de Málaga, es un viaje musical de la mano del cantaor por su vida, su gente y su barrio. «Es un trabajo en el que él puso música a textos de Picasso, y así se va contando la historia de amistad del pintor con su barbero, Eugenio Arias, a la vez que se narra un poco la propia vida de Morente. Es una película musical, no es un documental», asegura el cineasta, que rodó con Morente en varias localizaciones durante un año. Gran parte transcurre en el Albaicín granaíno y en la casa del artista: «Vemos el día a día de Morente, cómo le quieren sus vecinos, cómo ensaya, cómo le surge una idea y la lleva a cabo. Y, aparte, los conciertos grabados en el Liceo de Barcelona y en el Castillo de Buitrago».
Y cuenta de esta coproducción con Universal Music: «El filme contiene un material riquísimo porque, afortunadamente, se grabó con muchos medios».
Habla el director de la gran capacidad de trabajo y las ganas del artista: «El día anterior a la operación revisó gran parte del material porque quería llevarse notas para la clínica para ir cogiendo ideas. Habíamos quedado ayer, lunes, para empezar a editar», asegura. Tenía Morente mil proyectos, como siempre. Y uno era otra película con Barrachina que los llevaría por las minas de medio mundo, de Sierra Leona a Colombia y Chile, para aprender los cantes mineros. «Ya estábamos escribiendo y contactando con embajadas», explica.
Fueron muchos días y alguna que otra noche. «Enrique era la improvisación, la genialidad: a lo mejor en medio de un whisky se le ocurría la gran idea. Lo peor es que aún tenía dentro mucha música que se ha llevado con él». Y del rodaje surgió una fuerte amistad. El director ha estado estos días con la familia, sumida en la rabia. «Es una piña, de verdad, cosa que hoy por hoy cuesta encontrar, y se respetan unos a otros tremendamente, porque son todos unos pedazos de artistas. Todos están implicados en la película, arropando a Enrique». Ayer estuvo con ellos poco antes de que la noticia los sorprendiera. «Fíjate, la conversación por la mañana, casi más que las falsas alarmas, era que esa misma noche les habían desvalijado la casa en Granada. El desenlace no se esperaba».
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