Debate Estado Nación
y el aspirante se emocionó
Sabía del contenido del discurso de Zapatero, sin duda. Conocía los detalles, claro. Tenía información de los anuncios, por supuesto. Hablamos de Rubalcaba, el candidato del PSOE, el socialista que lo sabe y lo controla todo, el colaborador leal del Zapatero.
Fue el protagonista indirecto de una jornada en la que se escenificó con el aplauso de la bancada socialista y con Zapatero y el vicepresidente en pie fundidos en un tímido abrazo un simbólico traspaso de poderes. Hubo quien reparó en que el candidato no aplaudió con celeridad la primera intervención de Zapatero cuándo este descendió de la tribuna de oradores en su primera intervención de la mañana. Pero pocos saben que el vicepresidente tardó en sumarse a la ovación no porque entendiera que no la merecía o porque discrepara de ella, sino porque intentó ocultar la emoción que sintió cuando Zapatero se despidió de la Cámara, agradeció la colaboración de los grupos parlamentarios y dio las gracias al Grupo Socialistas por tantos años de colaboración y responsabilidad. El vicepresidente que va de duro, el político que se muestra implacable ante el adversario y el socialista más lenguaraz de cuantos suben a la tribuna, no tiene palabras para describir lo que vivió ayer. Sólo admite «emoción». Su imagen sentado en el escaño y mordiéndose las uñas, junto a Zapatero, durante las siete horas de debate dicen mucho más que cualquier palabra. Sabe y es consciente del titánico desafío que le aguarda: ganar unas elecciones con todas la encuestas en su contra y a favor de un PP que pide paso para una victoria aplastante.
✕
Accede a tu cuenta para comentar