Estrasburgo

«Deberé declararme en huelga de hambre para que me dejen ir a recoger el premio»

El disidente cubano Guillermo Fariñas, Premio Sajarov 2010 a la Libertad de Conciencia, declaró ayer que estudia la posibilidad de emprender una enésima huelga de hambre si la dictadura de los Castro le impide viajar a Estrasburgo para recoger el galardón, informa Efe.

«Deberé declararme en huelga de hambre para que me dejen ir a recoger el premio»
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En 2006 ya le fue imposible recoger el premio a los Derechos Humanos de la ciudad alemana de Weimar. El psicólogo y periodista cubano se mostró ayer pesimista sobre su viaje: «Soy de la idea de que debo declararme en huelga de hambre para que me dejen salir». Fariñas no va de farol, pues ya ha realizado una veintena de huelgas de este tipo contra el régimen comunista, la última estuvo a punto de costarle la vida. En todo caso, admite que no ha tomado todavía una decisión en firme. «Lo valoraré con mis compañeros de lucha más cercanos, con veteranos opositores pacíficos y también con mis familiares», aseguró el periodista, que ha dedicado el premio europeo al fallecido disidente Orlando Zapata. También se lo ha ofrecido a los mártires de la democracia y «al pueblo cubano, quien ha ganado en realidad este premio», apuntó. Desde su domicilio, Fariñas se confesaba triste porque ha recibido el Sajarov tras la muerte en la cárcel de Zapata «y porque ocurrieron cosas muy feas entre cubanos». Sin embargo, reconoce que este galardón supone un reconocimiento nuevo a la disidencia interna, al exilio cubano y a los presos de conciencia que aún permanecen en prisión. Asimismo, Guillermo Fariñas tuvo unas palabras de agradecimiento a los demócratas europeos y les pidió que sigan teniendo presente la lucha por las libertades en Cuba. Ahora está por ver si será posible que recoja en persona su premio el próximo 15 de diciembre en Estrasburgo, y si para ello tendrá que recurrir a una nueva huelga. Hace apenas tres meses que Fariñas dio por finalizado su último ayuno, de más de cuatro meses de duración. Fue en julio pasado, cuando el diálogo entre la Iglesia católica y la dictadura consiguió que los presos de conciencia comenzaran a abandonar las cárceles para ser enviados al exilio. 42 de ellos residen ya en España.