Ferias taurinas

Victorinos para torear bien

Castellón. Última de la Feria de la Magdalena. Se lidiaron toros de Victorino Martín, correctos de presentación. El 1º, peligroso: 2º, manejable; 3º, bueno; 4º buen pitón izquierdo; 5º, buen toro con fondo noble; 6º, manejable. Tres cuartos de entrada.-Rafaelillo, de nazareno y oro, estocada (saludos); pinchazo, estocada (oreja).-Luis Bolívar, de grana y azabache, bajonazo, estocada baja (silencio); estocada caída (oreja).-Alberto Aguilar, de blanco y plata, estocada trasera (oreja); media, cuatro descabellos (silencio).

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Cerraba Victorino Martín la feria chica de Castellón. La feria chica, porque al toro se le esperaba pero no vino. Ni a la de una ni a la de dos ni a la de tres. (Ni jueves ni viernes ni sábado). La corrida de Victorino no fue cornalona, ni de especial remate en las cabezas, parecía estar en proceso de, pero el remate lo llevaba por dentro. Sí cumplió bien la feria el de Galapagar. Echó Victorino una buena corrida de toros. Para torear bien, con la virtud de descolgar el cuello en el viaje, de dejar estar al torero, de encontrarse con la embestida si el diestro era capaz de abandonar el vértigo que da mirar a los ojos a un toro con este hierro.

Las ideas de algún victorino de ayer parecían estar refrescada con agua purificada. Cerca de la santificación estuvo el quinto. Joder qué buen toro. El más claro de todo el encierro, y de muchos encierros, no sólo de Victorino. Tenía el animal el viaje largo, la embestida honda, el pitón contrario casi calado en la arena al pasar y ni una mirada de más. Así era. Por demás, las fuerzas justas. En ese límite que nos hizo dudar, pero se creció, y a más y a más fue en la muleta de Luis Bolívar. Había brindado el colombiano a una representación de la afición catalana que quiso estar aquí, a pocos días de que la ILP a favor de la Fiesta eche a andar. Y todos con ella. Bolívar se fue largo con el toro, tomando posiciones poco a poco. Necesitó de cien pases para resolver lo que el animal había cantado en veinte. Victorino, ¡qué buen Victorino! Qué lío...
 

El runrún venía de antes. Ya el cuarto nos había dejado ver a Rafaelillo en otra versión. Tenía el toro dos caminos paralelos: muy orientado por el derecho y todo un reto por el pitón zurdo. Ahí Rafael tiró de la verticalidad, sin forzarse, más relajado, más para él, para demostrarse/nos que hay vida más allá de las batallas. Y lo hizo. Intensísimo el toro, humillado siempre, interesante el torero por naturales. Sudó con el primero, garbanzo negro. Asesino serio.
 

Quién diría que Alberto Aguilar reaparecía tras una reciente cornada en Fallas. La entrega ante el tercero, que fue un toro con nota por ambos pitones, no tuvo la menor fisura. Apostó con seguridad, aplomo, y así es difícil no salir ganador del envite. Lo más rotundo del conjunto le salió por el pitón diestro, pero por encima de todo destacó su honestidad. El sexto tuvo que torear. Pesaba el toro para dentro, pero también ofrecía opciones. El madrileño estuvo con ganas, aunque menos fino. Bolívar, antes, casi al principio de la tarde, pasó discreto con un segundo que se dejó hacer sin poner en demasiados problemas a nadie. Tres orejas caerían después de una buena corrida de Victorino. Enhorabuena ganadero, que a usted también se le mide duro.