Bruselas

Reflexión en alerta máxima

Las caravanas electorales han vivido estos quince días de sobresalto en sobresalto. La crisis económica se ha convertido en la protagonista indiscutible en estas jornadas. El pistoletazo de salida de la campaña corrió a cargo de los datos del desempleo registrado en el INEM. Horas después de la pegada de carteles, los líderes políticos se desayunaron con la escalofriante cifra en las portadas de los periódicos: 4.978.300 parados y subiendo.

Mariano Rajoy, en el Palacio de los Deportes de Madrid, durante el acto de fin de campaña
Mariano Rajoy, en el Palacio de los Deportes de Madrid, durante el acto de fin de campañalarazon

MADRID- A este dato sin precedentes en la economía española, se sumó en el ecuador de la campaña una radiografía de España prácticamente en recesión elaborada por Bruselas. En sus perspectivas de otoño, advierte de que nuestro país se desviará en 6.000 millones en su objetivo de situar el déficit público este año en el 6% del PIB. Las maltrechas arcas de los gobiernos autonómicos serán los responsables de este alza. Éste será el legado del Gabinete de Zapatero al próximo Ejecutivo, después de años de improvisación en materia económica y de haber tirado con pólvora del rey como si el dinero gastado no saliera del bolsillo de todos los españoles. Por si fuera poco, en la recta final de la campaña electoral se desató una nueva tormenta financiera. La prima de riesgo volvió ayer a batir récord, al superar los 500 puntos básicos, en algunos instantes, por segunda jornada consecutiva.

Por eso no es de extrañar que los dirigentes del PP, con su líder Mariano Rajoy a la cabeza, llamado a gobernar según todas las encuestas, hayan centrado la campaña en la actual situación económica y en las recetas para salir de la crisis. En el otro bando, en el socialista, la economía ha ocupado buena parte de sus mítines. La campaña de Alfredo Pérez Rubalcaba ha pivotado, sobre todo, en los mensajes de alerta contra la derecha y sus recortes sociales y económicos.

Como botón de muestra, un exhausto e inseguro candidato del PSOE a La Moncloa intentó convencer sin éxito a los espectadores de la veracidad de su aviso a navegantes en el único cara a cara televisado que mantuvo con Rajoy en los albores de la campaña. Para que nadie se llame a engaños, ayer cerró estas dos semanas como las abrió: dando por descontada su derrota en las urnas. Pese a haber ocultado a Zapatero durante casi estos quince días, Rubalcaba no ha sabido conectar con su electorado.

Mientras, Rajoy se ha dedicado a lo suyo, a no entrar al trapo de las advertencias del contrario, y a proponer medidas anticrisis. Conscientes de la gravedad actual, el líder de los populares ha estado en contacto permanente con el presidente del Gobierno. Ambos dirigentes han analizado, en diversas ocasiones, la tormenta financiera de las últimas jornadas, especialmente, en las que todas las alarmas han saltado en La Moncloa. Rajoy ha tenido también la oportunidad de hacer lo propio con Salgado, quien lo ha mantenido puntualmente informado en los momentos más álgidos de la crisis. Este contacto entre Zapatero y Rajoy se intensificará después de las generales, una vez que el Gobierno entre en funciones a partir del martes próximo. El presidente tiene la voluntad, como no podía ser de otra manera, de consultar cualquier medida a adoptar con el líder popular, su sucesor en La Moncloa, según los sondeos. De hecho, antes de acudir al Consejo Europeo del próximo 9 de diciembre, intercambiará puntos de vista con él, según confirmaron a LA RAZÓN fuentes gubernamentales.

Pero el Gobierno ya toca a su fin y dejará todas las medidas a adoptar, incluidas las reformas necesarias para salir del túnel, al nuevo Ejecutivo. Por tanto, el 20-N pondrá punto y final a casi ocho años de improvisación económica y abrirá una etapa no exenta de dificultades para el nuevo Gobierno, que deberá esquivar la recesión y conjurar a los mercados. El 20-N abrirá también una nueva era en el PSOE, que sufrirá, según aventuran los suyos, una larga travesía del desierto. Las distintas familias que conviven en su seno esperan ya a Rubalcaba a la vuelta de la esquina, si deja a su grupo parlamentario mermado de efectivos y, por tanto, en la peor situación de su historia. Desde la calle Nicaragua, cuartel general del PSC en Barcelona, le cerrarán el paso a liderar la sucesión de Zapatero al frente de la Secretaría General del PSOE. Al final, el partido se verá abocado a unas primarias, en las que medirán fuerzas, con toda seguridad, Patxi López y Carmen Chacón. Pero la gran incógnita a despejar es si abrirán un debate interno sobre la causa de este descalabro electoral: la improvisación económica, que no la crisis.