Jemad

Una ley para colgar el uniforme

La Ley de la Carrera Militar y sus consecuencias en las escalas es la gran asignatura pendiente de Chacón. O encuentra una solución o el problema será mayúsculo

Muchos militares se han organizado para plantear sus quejas por la vía judicial
Muchos militares se han organizado para plantear sus quejas por la vía judiciallarazon

Luis Mardones, veterano ex diputado de Coalición Canaria, pasó muchos años de su carrera política en la comisión de Defensa del Congreso. Vio tramitar y aprobarse la Ley de Personal del 89 y la del 99. Cuando llegó el debate sobre la Ley de la Carrera Militar torció el gesto como quien huele algo en mal estado y advertía a los responsables del Ministerio de Defensa de que iban a tener problemas. No le hicieron mucho caso, y de aquellos polvos, estos lodos.La Ley ha caído como una losa en todas las escalas de las Fuerzas Armadas. Unos y otros, oficiales y suboficiales, protestan, recurren, se quejan y, sobre todo, se desmoralizan y se enfrentan unos con otros. Esas son las consecuencias más palpables hoy. La Ley se presentó como la solución definitiva a la multiplicidad de escalas y la opción modernizadora para la carrera militar por la que, como decía Bono, un soldado podría llegar a general.Lo cierto es que a día de hoy la fórmula mágica para los militares se ha convertido en la peor pesadilla para Carme Chacón, que heredó el problema de sus predecesores y ahora se encuentra en un callejón sin salida. Tanto es así, que antes del verano, los jefes de Estado Mayor de los ejércitos le pidieron soluciones ante la perspectiva de desmoralización e incluso de un notable número de bajas en sus filas. Y es que la integración de las dos escalas de oficiales y la reducción de puestos en la parte alta del escalafón producirá un tapón que, por ejemplo, deja a un 20 por ciento de capitanes de 25 años sin ascender el resto de su vida. Al reducirse el número de coroneles y tenientes coroneles e incrementarse por la integración el número de aspirantes a esos puestos, muchos de ellos no llegarán, al tiempo que bloquean a los de los empleos inferiores. Eso sin olvidar que, una vez más, los suboficiales ven cerradas las puertas de cualquier aspiración. Una vez realizado ya el primer curso de integración se antoja realmente complicado que Chacón vaya a dar marcha atrás en este aspecto, con lo que tendrá que buscar soluciones adyacentes para evitar que nuestras Fuerzas Armadas envejezcan y se depriman al ver revocadas sus expectativas. La Ley de la Carrera Militar ha aportado, eso sí, una educación complementaria para los militares que a partir de ahora ingresen en las academias. Saldrán de ellas con el empleo de teniente o de alférez y con una titulación universitaria civil, algo que puede abrir un poco las puertas de quienes decidan emprender una vida sin uniforme tras servir en la milicia. Pero el quebradero de cabeza de la ministra seguirán siendo en septiembre las escalas, las de los recursos que se acumulan por miles en los despachos de Defensa y que amenazan con llegar a los tribunales. Muchos militares se han organizado ya para acudir a un despacho de abogados a plantear ante un juez sus quejas, a ver si la Justicia hace lo que sus superiores no han logrado. Mardones aconsejaba por aquel entonces al ministro Bono y a su equipo que declararan a extinguir la escala media. La integración «sería más lenta», apuntaba, «pero os evitaréis problemas». No le escucharon.