Londres
Londres no pasa por el aro
La capital británica, que acoge por tercera vez los Juegos Olímpicos, quiere demostrar al mundo que son un modelo diferente de ser europeos
Londres está ya preparada para los Juegos Olímpicos que darán comienzo el 27 de julio. Cuando su candidatura fue elegida, lo primero que se le vino a la cabeza a medio mundo fue el Big Ben, el Palacio de Buckingham y el té de las cinco.
Pero detrás de esa fachada, esconde una metrópoli multirracial, con colegios en los que se hablan hasta 300 idiomas (hay estudios que señalan los 500), con taxistas que jamás han llevado su mítico «Black Cab» por la Plaza de Trafalgar, con una arquitectura victoriana inundada de casas bajas que hacen imposible cruzar de este a oeste en menos de hora y media, con el primer metro construido en el mundo que requiere de reparaciones día sí y día también y con un complejo sistema de cámaras de seguridad que hacen que cada londinense sea grabado 300 veces al día cada vez que pone su pie en la calle.
Es curioso analizar el concepto de intimidad que tienen los británicos. Se niegan a tener un documento nacional de identidad porque sienten violado su espacio, pero luego miles de cámaras de seguridad captan cada uno de sus movimientos. Nadie sabe a ciencia cierta cuantas CCTV hay en la ciudad.
Ni siquiera el Gobierno, que no puede controlar todos los sistemas contratados por empresas privadas. Algunos estudios hablan de 40.000. Otros de 422.000, es decir, una por cada 14 personas que viven en la capital. Su efectividad siempre queda en entredicho. La propia Policía ha admitido a este periódico que sólo se resuelve un delito por cada 1.000 cámaras de seguridad.
Aún así, los Juegos no han podido evitar que la metrópoli se haya convertido en una mezcla entre Gran Hermano y búnker propio de II Guerra Mundial. Los aviones de combate están listos, los misiles colocados en los tejados de los edificios, las pantallas de Scotland Yard vigilando cada rincón y cientos de agentes de las fuerzas armadas estadounidenses de inteligencia aterrizando estos días en los aeropuertos.
Cámaras que desnudan
Y es que Londres 2012 no son unos Juegos cualquiera. El Reino Unido ha sido el aliado más importante de Estados Unidos en Afganistán e Irak, por lo que es un objetivo prioritario de grupos radicales islámicos.
Docenas de los últimos complots terroristas recientes, incluyendo el intento de 2006 para hacer estallar varios aviones de pasajeros en vuelos transatlánticos, se han gestado dentro de la población musulmana que habita en las islas, más de un millón de los cual tienen vínculos con Pakistán. En el país del té y el cambio de guardia de Palacio, los musulmanes abarcan el 4,6 por ciento de la población, cifra que llegará al 8,2 por ciento en 2030.
«Hay una percepción en algunos sectores de que la amenaza terrorista a este país se ha evaporado», dice Jonathan Evans, jefe del MI5. «Bin Laden está muerto, el liderazgo de Al Qaeda en Pakistán está bajo una fuerte presión y no ha habido un ataque terrorista importante aquí en los últimos siete años. Pero en los cuartos traseros, en los coches y en las calles de este país, hay muchas personas deseosas de organizar un atentado», añade.
Teniendo en cuenta que cada día, alrededor de 300.000 personas se dirigirán hasta al Parque Olímpico, localizado en el este de Londres, todas las precauciones son pocas. Alrededor de la Villa Olímpica se ha construido una valla de 17,5 kilómetros, con 5.000 voltios de electricidad, cubierta con 900 cámaras de vigilancia con visión nocturna.
Éstas se unen al nuevo software instalado en las CCTV del centro, que permite registrar a las personas, aún cuando van dentro de un vehículo y son capaces de detectar si esconde explosivos debajo de su ropa. Otras medidas de seguridad incluyen el reconocimiento facial y de iris, huella dactilar y el reconocimiento de la mano. Habrá agentes con perros de ataque y perros de búsqueda en cada rincón.
Y debido a que se aplicará la sección 44 de la Ley contra el terrorismo, la Policía tendrá derecho a parar y registrar a cualquier persona aunque no sea sospechosa. Los vecinos ya han empezado a notar las consecuencias. Sobre todo, los que viven en Fred Wigg Tower, un bloque de 17 pisos en Leytonstonte, que esta semana han perdido el juicio en el High Court donde pedían retirar uno de los misiles que el Ejército ha colocado en su tejado.
Movimiento que no cesa
Junto con la seguridad, los problemas que ya se van notando con el transporte serán el mayor dolor de cabeza para los londinenses. Garantizar el buen funcionamiento es uno de los mayores retos para el Comité Organizador y el propio Gobierno.
Tres millones de desplazamientos extra se sumarán a los 12 millones de viajes que se registran diariamente.
«Transport for London» ha invertido 6,5 millones de libras para la mejora de la instalaciones. Pero, aún así, junto con la famosa frase «Mind the Gap» (Cuidado con el hueco entre el vagón y andén), los megáfonos llevan meses aconsejando a los pasajeros evitar coger el «underground» en la medida de lo posible: entre las cinco y las siete de la tarde se podrían registrar esperas de hasta 30 minutos.
A partir de esta semana, el alcalde, el carismático Boris Johnson, será el encargado de poner voz a los mensajes que se escucharán en el andén para que se desplacen a pie o en bicicleta por el carril verde que se ha creado como parte de los Juegos más sostenibles de la historia.
En Downing Street, la medida no ha hecho especialmente gracia. Johnson siempre se ha mostrado interesado en la política nacional y los Juegos se podrían convertir en el mejor escaparate para demostrar que es el adecuado para suceder a David Cameron cuando éste se retire de primera línea, muy posiblemente en los comicios de 2020. Para el primer ministro los Juegos van a ser clave para levantar su alicaída popularidad y conseguir lo que le fue imposible en 2010: hacerse él solo con las llaves del Número 10 sin tener que compartirlas con Clegg como compañero de coalición.
El Este existe
El panorama no pinta bien. A pesar de que las islas pagan orgullosas sus «scones» en libras, el país no ha podido evitar el contagio de la mala salud de la eurozona. En una entrevista con «The Daily Telegraph», el líder «tory» aseguró que la crisis en la eurozona se prolongará. Y aunque había previsto su programa de recortes para cinco años, señaló que es probable que dure una década.
Desde el principio, el objetivo del Comité Olímpico y el Gobierno fue priorizar el empleo en el este de Londres. La zona es una de las más marginales de la capital y se decidió construir allí el Parque Olímpico para garantizar su integración. La sensación en los barrios está dividida.
«No tenemos entradas, no podemos darnos el lujo de gastar cientos de libras y no hay conexión entre nosotros y los Juegos. Es más, la única conexión es negativa. Los disturbios del año pasado han hecho que esté municipio esté más controlado. Nos están ahogando con tanta vigilancia», dice un hombre de origen caribeño, dueño de uno de los locales de Hackney.
Por su parte, uno de los vecinos de Stratford que trabaja como voluntario (hay 70.000 comparados con los 47.000 de Sydney) dice que «gracias a los Juegos, el este de Londres se ha situado en el mapa».
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