
El «aquelarre» etarra
Pastoral sobre ETA por Iñaki Ezkerra

Que en los últimos tres años se ha advertido un cambio en la Iglesia oficial vasca es una evidencia. Como que ese cambio no ha sido espectacular y ha consistido, más que en un posicionamiento rotundo contra ETA y a favor de las víctimas del terrorismo, en un silencio discreto y ciertamente saludable, en contraste con los memorables disparates de Setién y Uriarte. Contribuyó no poco a este nuevo clima la salida de este último del obispado donostiarra y la llegada de Munilla, un hombre que ha preferido la templanza y la neutralización en sordina del discurso hegemónico del nacionalismo, antes que la beligerancia constitucionalista de sacerdotes como el difunto Beristain o el exiliado y no menos admirable Larrínaga. Lo que ha intentado Munilla es avanzar en el amparo social a las víctimas sin crear fricciones con el mundo nacionalista, es decir, actuar muy «políticamente» y «despolitizadamente» por lo tanto.
Ahora es Munilla quien anuncia una pastoral de los obispos vascos que, por un lado, nos presenta como un paso al frente en el reconocimiento a quienes han sufrido directamente la violencia terrorista, pero insistiendo, por otro lado, en unos términos –paz, diálogo, reconciliación...– que remiten a la teoría del conflicto, la guerra, los dos bandos, la negociación y el llamado «Tercer Espacio». Esperemos que sea una falsa impresión mediática. Esperemos que esa pastoral sea la antítesis de aquella titulada «Preparar la Paz» que firmó el propio Blázquez en 2002 y que cuestionaba la ley de partidos.
Esperemos que, como hicieron en su día el Padre Bachelet y el Cardenal Martini con las Brigadas Rojas, esa pastoral vaya más dirigida a arrancarles el arrepentimiento a los asesinos que el perdón a unas víctimas que nunca se vengaron y que sólo piden Justicia.
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