Presos

Hechos irrefutables por Agustín de Grado

La Razón
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La bomba de la T-4 había acabado con la enésima tregua y preguntó el periodista de «El Correo» al presidente del Gobierno el 3 de marzo de 2008, poco antes de las últimas elecciones generales:
–¿Tendría que haber una declaración de abandono de las armas para que el Gobierno diese nuevos pasos?
–Ahora es un problema de absoluta credibilidad. Tendría que haber algo más que declaraciones.
–¿Gestos?
–Hechos irrefutables.

¿Qué ha cambiado desde entonces para que la credibilidad de ETA no dependa ya de «hechos irrefutables» y tanto al Gobierno como a gran parte de la oposición les valga una mera declaración de intenciones, aunque sea de abandono de las armas? ¿No sería mejor estar ante un «hecho irrefutable» como la entrega de las mismas? Así lo creía hace tres años el propio presidente cuando, en entrevista en La Sexta, afirmó que ETA sólo sería creíble con «una declaración de final definitivo, total y absoluto» del fuego y «de entrega de las armas». De esta última condición, los socialistas no hablan ya. ¿Quizá porque «ETA no tiene voluntad real de dejar las armas», según reconoció el presidente en Veo7 el pasado 25 de enero? El tiempo dirá. Pero hoy, que nadie se atreva a relacionar el comunicado de la banda terrorista con el calendario electoral. Eso es «ciencia ficción», nos advirtió Zapatero el pasado 25 de julio, durante su visita al premier británico, David Cameron.

Si la credibilidad de un presidente no aguanta el rastreo por las hemerotecas, ¿por qué creer la de un comunicado leído por unos encapuchados bajo el logo de ETA y el lema «bietan jarrai», que se traduce por «seguir las dos»: la violencia representada por el hacha y la seducción embaucadora que simboliza la serpiente anudada en ella?