Santo Domingo
La ruta del autobús de Pérsida
Una caravana y un autobús viejos han sido hasta hoy la casa de los 14 miembros de una familia rumana que lleva poco más de un año instalados en la carretera de Fuencarral a Hortaleza, en el distrito madrileño de Las Tablas. Cuatro adultos y 10 niños, entre uno y 15 años, forman esta gran familia. Se prevé que hoy a partir de las 8:00 horas de la mañana sean desalojados.
Llevan cuatro años en diferentes zonas del barrio; pero provenían de una chabola en un poblado de Valdemingómez, donde un incendio quemó dos veces su vivienda, y gracias a que un amigo de la familia les regaló la caravana y el autobús, pudieron moverse por la ciudad en busca de un lugar mejor en el que asentarse. La zona es tranquila y el colegio de los niños está cerca. «Me encanta el colegio, tengo muchos amigos españoles y estoy aprendiendo a leer, y hablo la lengua de mi país», contaba ayer Manuel, de 5 años. Entre él y su hermano mayor explican cómo sacan el agua y cómo su padre y su cuñado están ya trabajando en la «nueva casa». Mientras, Mónica, de cinco años, busca las pinturas para colorear con uno de los voluntarios de la parroquia de Santo Domingo de la Calzada que visita a los niños a menudo.
Mañana tendrán que cambiar de barrio, el lugar elegido es Chamartín, en un descampado del barrio madrileño están construyendo una nueva chabola con todos los materiales que tienen. En su nuevo barrio ya no van a tener ni luz, ni agua, ni calefacción, y es algo que les preocupa.
No es la primera vez que tienen que «hacer las maletas» y elegir un nuevo lugar para vivir. Ya el pasado cuatro de noviembre el Departamento de Disciplina Urbanística del Ayuntamiento de Madrid les desmontó una chabola que tenían al lado de sus vehículos, situada en un montículo, y donde vivían aproximadamente 30 rumanos. Muchos de ellos se fueron, pero Pérsida, su marido, sus dos niños, su madre, su padre y sus ocho hermanos decidieron quedarse con los suyos, a la espera de una resolución judicial que es la que hoy les obliga a «buscarse la vida», como cuenta Pérsida, la mayor de 9 hermanos, y que a sus 18 años tiene dos niños y otro en camino.
Habla un español casi perfecto porque estudió en los colegios madrileños y le preocupa su porvenir, un futuro que nunca saben dónde les va a llevar. «Estamos muy contentos aquí porque nos ayudan mucho, la zona es tranquila y tenemos luz y televisión. Los niños van a dos colegios que están aquí cerca. Ahora no sabemos cómo haremos, pero van a seguir yendo todos los días», dijo la mayor de los hermanos.
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