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España vuelve al núcleo duro por Antonio López-Istúriz

La Razón
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Ganadas las elecciones, algo que el país sin duda necesitaba, Mariano Rajoy tiene por delante no solo el ingente reto de sacar a España de la grave crisis económica en que nos encontramos sino también de recuperar el peso internacional de nuestro país, que ocho años de nefasta gestión socialista han reducido al mínimo.

Ambos desafíos van de la mano porque el éxito en el segundo objetivo contribuirá sin duda a alcanzar el primero, el de la recuperación económica, no en vano hoy en día buena parte de las políticas económicas deben coordinarse con los socios de la Unión Europea (UE) y con otros actores clave del planeta.

La herencia que deja Zapatero es de aislamiento e irrelevancia en Europa, donde no ha participado en ninguna decisión trascendente en los últimos años, estando siempre a rebufo de otros países más conscientes de lo que nos jugamos en Europa, y dejando unos registros económicos sonrojantes: a día de hoy, España es el país de la UE con mayor tasa de desempleo y con un crecimiento económico más débil.

El balance de Zapatero en Europa se completa con el fracasado e insistente intento de modificar la Posición Común de la UE sobre Cuba –pese a los escasos avances en derechos humanos en la isla–; el lamentable traslado al Parlamento Europeo del debate sobre la política antiterrorista española, para intentar rentabilizarlo políticamente; y una Presidencia española (en 2010) sin resultados concretos y marcada por la cancelación de las citas políticas más importantes.

Fuera de la UE, la política exterior socialista se caracterizó por el acercamiento a líderes populistas como el boliviano Morales o el venezolano Chávez, y por iniciativas tan estériles como la Alianza de Civilizaciones. La relación transatlántica con EE UU, pese a los intentos por acercarse a Obama, nunca se recuperó del todo de la afrenta de Zapatero con la retirada precipitada de Irak y el desprecio a la bandera estadounidense, en 2004.

Con estos mimbres, está claro que España necesita un cambio de rumbo radical para volver a buscar –y a recuperar cuanto antes– su lugar en el mundo, empezando por Europa. El momento es particularmente complicado por la urgencia que plantea la gravísima crisis que la zona euro –y con ella, todo el proyecto comunitario– está afrontando y que es la prioridad absoluta de los gobiernos.

España se juega no sólo recuperar la confianza en su economía y evitar ser rescatada como algunos de nuestros vecinos, sino también –en un momento en el que ya hay quienes plantean una Europa a varias velocidades o divisiones– recuperar un papel influyente acorde a su población, a su Historia, al tamaño de su economía y a su posición geopolítica, y que ese papel le permita volver a liderar el proyecto europeo.

Estoy convencido de que con un Gobierno del PP liderado por Mariano Rajoy se abandonarán experimentos vacíos de contenido como la Alianza de Civilizaciones y las prioridades serán las que corresponden a un país como España, empezando por el ámbito europeo que hoy en día es clave para los intereses del país. Y es que además de la resolución de la crisis económica, la UE se prepara para, en los próximos meses, reformar la Política Agrícola Común y decidir los presupuestos para el periodo 2014-2020, ambos aspectos decisivos para España. Para salir airoso de esta agenda se necesita determinación, capacidad y trabajo, es decir, lo que ha escaseado en los últimos años y lo que ahora ofrece Mariano Rajoy para colocar la «marca España» en el lugar que sin duda le corresponde.

 

Antonio López-Istúriz
Secretario general del PP Europeo