Moscú

La imagen de un país solvente

La Razón
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Ayer, mientras Francia pagaba un 0,86 por ciento de interés por el bono a cinco años, España debía afrontar por el mismo producto financiero unos intereses del 6,54 por ciento. Ayer, mientras los diputados de izquierda, en una actitud bochornosa, se ausentaban del Parlamento durante la votación del último paquete de ajustes presentado por el Gobierno, los diputados alemanes, incluidos los socialdemócratas, aprobaban por una mayoría aplastante el plan de ayuda a nuestras entidades bancarias en dificultades, reconociendo, en palabras del ministro germano de Finanzas, Wolfgang Schaeuble, el gran esfuerzo fiscal emprendido por nuestro país, y advirtiendo de que es imprescindible romper el círculo vicioso de la deuda española si no se quiere que el contagio se extienda al resto de la eurozona. Son, pues, días críticos para el futuro de España ante los que sólo cabía una postura razonable y responsable: la unidad de los partidos políticos en torno a un Gobierno que se ha visto obligado a afrontar una de las peores crisis económicas de la historia reciente. No ha sido así. En el Parlamento español se han escuchado sonrojantes muestras de demagogia por parte de una oposición que hace menos de un año reclamaba austeridad y ahorro, y recortaba pensiones y salarios de los funcionarios. No todo vale en política. La situación actual, reflejada en cualquiera de los indicadores económicos que se mire, desde los que miden la morosidad hasta los que reflejan la caída del consumo, exigía, fundamentalmente, que se ofreciera al exterior la imagen de un país que, en horas difíciles, está dispuesto a esforzarse para superar las dificultades. La imagen de un país cohesionado y unido. Porque en ese «círculo vicioso» del que hablaba el ministro de Finanzas alemán, hay mucho más de recelo inducido que de razones reales. Nadie niega que las medidas que ha habido que adoptar repercuten dolorosamente sobre los ciudadanos, que están en su derecho de manifestar su protesta. Pero nadie se atreverá a negar que la alternativa al programa de ajustes era, dada la actitud de desconfianza de los mercados internacionales, la intervención pura y simple de España por parte de Europa, con las consecuencias vistas en Grecia, Portugal o Irlanda.

No nos cabe duda de que España saldrá adelante con nuestro sacrificio y, como reclamó ayer Su Majestad desde Moscú, con la ayuda de nuestros socios. Pero esa ayuda sólo nos será brindada con generosidad y sin reservas si somos capaces de transmitir la imagen que se espera de nosotros, la de un país solvente y serio. Una tarea que también reclama la responsabilidad de la oposición y los sindicatos, empeñados, sin embargo, en la labor de incendiar la calle.