Caridad
Pavo y cordero en los albergues
Los sin techo disfrutaron también de un menú especial
Madrid- Los albergues no siempre gustan a todos. Hay quien prefiere dormir en la calle que amarrarse a un acuerdo que te obliga a no abandonar el lugar durante horas. Las historias más tristes se mezclan con la mala suerte en estos lugares donde se da comida, cena y cama a quien se acerque antes de rellenar el cupo. El ágape no suele ser de estrella Michelín, pero menos da una piedra.
El pasado viernes, sin embargo, el Ayuntamiento de Madrid intentó acercar el calor de las velas y los villancicos a los más desfavorecidos y lo hizo a base de pavo, cordero y turrón. Cariño y esperanza en forma de menú que muchos disfrutan más que algunos otros mejores exquisiteces. Y así, a través del estómago, los albergues de la capital dejaron entrar la Nochebuena en sus paredes para intentar aliviar le pena y el dolor de sus usuarios.
No caben todos ni todos quieren caber. Pero en Madrid la pasada noche del 24 había sitio para 650 personas a los que los voluntarios intentan animar como si estuviesen cenando con sangre de su sangre.
No todo fue carne. En varios de estos centros se podía hasta escoger entre el pavo y merluza todo ello acompañado de unos pimientos rellenos de carne en salsa y, por supuesto, el postre navideño por decreto, los mazapanes y polvorones. Incluso seguro que hubo quien se animó a enterrar sus tristes historias a golpe de villancico y pandereta. De esta forma, la Nochebuena consiguió colarse en los albergues más rápido que el frío. Como no hay 24 de diciembre que no venga seguido de la Navidad también ayer era fiesta por esos lares. Más manjares, alegría y voluntarios que compartieron mesa y mantel con otros estupendos menús. En alguno el primero consistía en crema de marisco, muslo de pato asado con salsa dulce, turrón y fruta fresca. Hay «sin techo» que no es la primera vez que han celebrado las fiestas en los albergues. La experiencia les ha gustado y parecen haberse sacado el abono de feliz Navidad. No son los únicos. Los voluntarios que sacrifican su tiempo y energía ayudando a servir las raciones también se han enganchado a la sensación de hacer algo bueno en estas fechas como si conseguir las alas de ángel no fuese lo importante sino la felicidad con la que llegan a casa tras haber comprobado lo realmente afortunados que son. Claro que no siempre es el caso. Algunos voluntarios también comparten con los que acuden a los albergues tristes historias y recuerdos difíciles de olvidar que consiguen «dormir» mientras ayudan estos días. No se ha acabado la alegría de los albergues. También serán especiales la noche de Fin de Año y la comida de Año Nuevo y el desayuno de Reyes.
✕
Accede a tu cuenta para comentar