Nacionalismo

ERC o «por fin solos»

La Razón
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El mejor destino para unas siglas minoritarias como las de Esquerra Republicana era el de convertirse en un partido bisagra y aprovechar el ejercicio digno de ese modesto papel para ensanchar su electorado hasta donde le fuera posible. Sin embargo, los responsables de ERC han hecho exactamente lo contrario. Se han convertido en unos verdaderos apestados, en el partido más antipático de toda la democracia. Digamos que el pacto del Tinell se lo han aplicado escrupulosamente a sí mismos en los años que ha durado el tripartito. Se han rodeado voluntariamente de un cordón sanitario que les aislaba de todos.
Se llaman «nacionalistas de izquierdas» pero han conseguido que les huyan las izquierdas y los nacionalistas. Las izquierdas por sus infinitas exigencias en la dirección independentista y porque les ha salpicado la corrupción. Los nacionalistas porque ese independentismo les llevó a oponerse al propio Estatut y ofrecérselo en bandeja a CiU, que es quien lo ha capitalizado en estas elecciones, lo cual no deja de tener mérito cuando se está en la oposición. Realmente, hay que tener habilidad para estar fuera del Gobierno de la Generalitat y convertir en logro propio una propuesta que sale de ese Gobierno. Y hay que tener también unos rivales torpes como los de ERC, que jugando a la carta del esencialismo independentista, del «nosotros vamos más lejos que todos vosotros», sólo han logrado desmovilizar el voto que podía favorecerles y quedarse «por fin solos» con su «mismo mecanismo». Lo único bueno que han conseguido, aunque a su pesar, es el desprestigio de la radicalidad.