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Lana del Rey luces y sombras de la nueva monarca del pop

El nuevo fenómeno de la música e icono de la moda del momento lanza «Born to die», su segundo álbum, que le ha abierto la puerta grande del Festival Sónar

Lana del Rey luces y sombras de la nueva monarca del pop
Lana del Rey luces y sombras de la nueva monarca del poplarazon

Es algo cíclico. Cada pocos años aparece un grupo o cantante destinado a marcar un antes y después en el devenir del pop. Bueno, eso es al menos lo que dicen las discográficas que suelen lanzarlos y la Prensa que se arriesga a apoyarlos.

El último fenómeno musical en ese sentido es Lana del Rey, una chica norteamericana de 25 años que se ha definido a ella misma como una «Nancy Sinatra gangsta».

Este fulgurante ascenso a la fama se inició con «Video Games», su primer sencillo, que vio la luz el pasado mes de junio. Una canción de regusto retro con la mirada puesta en los sesenta que dejaba claras las intenciones de Del Rey. Esto es: actualizar los sonidos añejos de la década dorada del pop con su personal registro vocal y una instrumentación mínima.

Una especie de Amy Winehouse en clave estadounidense. Sólo con una canción, la neoyorquina, cuyo nombre real es Elizabeth Grant, se convirtió en la artista más deseada del momento. Apoyada tanto por los «mass media» como por los medios cercanos a la órbita de la música independiente, aparece en público en contadas ocasiones, anunciando que a principios de 2012 editará su segundo álbum de estudio. Sí, han leído bien, y es que la cantante editó el primero hace un par de años bajo el nombre de «Lana Del Rey a.k.a. Lizzy Grant», que pasó sin pena ni gloria y que Del Rey, en un primer momento, prefiere olvidar.

De forma casi paralela al fenómeno Lana del Rey –que toma su nombre artístico de la actriz Lana Turner, se declara fascinada por el Hollywood clásico y el modelo de coche Ford del Rey–, los sectores de la Prensa no afines a la cantante empiezan a resaltar el hecho de que, a pesar de asegurar que compone y escribe sus propias canciones, podría ser un producto prefabricado por la discográfica que la acoge, Interscope, filial de la todopoderosa Universal.

¿Operación de marketing?
Ese misterioso primer disco pone sobre aviso a sus detractores. El anuncio en diciembre de su fichaje por una de las agencias de modelos más potentes de la actualidad, Next Model Management, no hace sino disparar los rumores que afirman que detrás de Del Rey hay una estudiada operación de marketing donde la música es lo de menos. La discográfica mueve ficha, y para acallar esos rumores se publica en enero un EP homónimo que recoge las canciones filtradas a través de internet en los últimos meses, temas como «Blue Jeans» o «Born to Die».

Acto seguido la revista británica «Q» le dedica la portada. «Todo lo que digo es verdad», afirma Del Rey categóricamente en sus páginas, haciendo referencia a un turbulento pasado que le llevó a pasar una temporada en un reformatorio a los quince años y a ganarse el favor del público tocando en bares de dudosa reputación.

Fiasco en directo
Las aguas se calman pero por muy poco tiempo, ya que a mediados de ese mes de enero vuelve a estallar la polémica. La cuestionable actuación en directo de la neoyorquina en «Saturday Night Live», uno de los programas de humor más vistos en EE UU, vuelve a disparar los rumores sobre la autenticidad de su propuesta. Millones de personas la vieron nerviosa, desafinando y algo ida.

El blogger más famoso del planeta y mano derecha de Lady Gaga, Madonna y Rihanna, el incisivo Perez Hilton, se mofa de ella a través de su web y redes sociales. Pocos días después de su paso por ese medio se edita en todo el mundo «Born to Die» y, como era de esperar, divide a sus fans.

Unos lo abrazan como el gran disco que esperaban, y otros reconocen que no es para tanto. La receta del álbum sigue las coordenadas de los «singles» anteriores, una amalgama de sonidos pop (trip hop, pop orquestal, girl groups) que mira a varias épocas y que intenta sonar actual y retro a la vez. Las cifras de ventas, ajenas a polémicas, lo sitúan como número uno en once países.

Lejos de esconderse, hace tan sólo unos días Lana Del Rey vuelve a aparecer en un programa del «prime time» estadounidense y sale airosa del reto. Su paso por el show de David Letterman le hace recuperar credibilidad.

En un inesperado golpe de timón, con ganas de enfrentarse a sus detractores y de acallar otra vez las malas lenguas, la cantante cambia de opinión y anuncia que ha comprado los derechos de su primer disco y que piensa reeditarlo a lo grande en breve en su actual sello, Interscope. Parece que no tiene miedo a nada. Las buenas noticias entran de nuevo en su vida. «Vogue», la revista más influyente del mundo de la moda, la ha elegido para ser portada en su número de marzo.

Bajo el título de «La fascinante Lana del Rey», protagoniza un sugerente reportaje. El último rumor que rodea a la cantante es que Prada, la prestigiosa firma italiana de moda, está a punto de ficharla para convertirla en imagen de la marca. Dejando de lado la moda, ahora le espera la reválida de su primera gira mundial, además de enfrentarse a la prueba más difícil, consolidar su carrera más allá del «hype» y establecerse como una sólida alternativa a divas del calibre de Kylie Minogue o la cada vez más en alza Adele. La suerte está echada.

El detalle


Es difícil no trazar paralelismos entre las carreras de Lana del Rey y Lady Gaga. Ambas son neoyorquinas, nacieron en 1985 (con una diferencia de sólo dos meses), comparten discográfica (Universal), son queridas por sus fans casi de forma religiosa y se han convertido en estrellas en un tiempo récord.

Del Rey, al igual que Gaga, pareció salir de la nada y generó un terremoto mediático con lo puesto, y ha demostrado que se mueve mejor en las distancias cortas (singles) que en las largas (discos). Cuidan una estética de laboratorio, calculan sus excesos verbales al milímetro, y pueden ponerse el traje de incomprendidas, de excéntricas o levantar una voz de aspirantes a académicas. Aunque sus referentes musicales no encajen a la perfección, parece que es cuestión de tiempo que acaben compartiendo escenario o grabando un dueto.