Miami
Djokovic enemigo público número 2
Madrid- En 2011 Rafa Nadal se ha topado con Djokovic en tres ocasiones: Indian Wells, Miami y Madrid. En todas había un título en juego y en todas el ganador ha sido el serbio. «Nole» es una amenaza para Rafa en cualquier superficie y en la Caja Mágica lo ratificó con un partido en el que exhibió una autoridad que nadie ha mostrado ante Rafa sobre arcilla roja.
El año del serbio asusta. Acumula 32 victorias consecutivas, todo lo que ha jugado lo ha ganado. En Australia, en la gira sobre pista dura en Estados Unidos, en el arranque de la temporada europea sobre tierra batida, estuviera quien estuviera enfrente... Djokovic ya no es el jugador que se peleaba con el mundo y se despistaba con una mosca cuando los partidos se torcían. Es posible que, debido al nivel que está mostrando, ninguno se le haya torcido todavía lo suficiente. Afirmar eso cuando Rafa Nadal es el que está al otro lado de la pista es una barbaridad. Porque al número uno del mundo le puede disgustar la pista de Madrid, pero ya ha demostrado que en la Caja Mágica también puede ganar.
Nadal no está todo lo cómodo que le gustaría en la capital. No importa que el año pasado conquistase el título. Su relación con la pista está lejos de ser la ideal. Lo de la altitud lo tiene superado, pero hay más factores –los botes extraños, la dureza de la pista, que no esté la tierra asentada...– que le gustaría tener bajo control. Su tío Toni lo comentó en el arranque del torneo: «Para Rafael es el torneo más difícil sobre tierra batida». Y más con el actual Djokovic enfrente. Renunció a Montecarlo y se preparó para Madrid en «su» torneo en Belgrado. Y es que el asalto al trono que ahora ocupa Nadal pasa por evitar su monopolio en la tierra batida. Este año van empate a dos a la espera de Roma y Roland Garros. Nadal ganó en Montecarlo y Barcelona. «Nole» lo ha hecho en Belgrado y Madrid. Habrá nuevos capítulos de inmediato si Federer, como parece, sigue a un nivel inferior.
El excepcional arranque de temporada no debe ocultar que a Djokovic le quedan cuentas pendientes. Algunas son con la historia, como el arranque de 42-0 que protagonizó John McEnroe en 1984. Otras son más terrenales. Una de ellas era lograr su primer triunfo ante Nadal sobre arcilla roja. El balance hasta Madrid era 9-0. Desde muy pronto quedó patente que el «Nole» de la final, el de su mareante temporada, estaba cerca de acabar con la sequía. Apareció en el partido con cuatro juegos consecutivos. Cometió un par de errores en su primer saque, pero luego rozó la perfección durante demasiado tiempo. Hasta el quinto juego no fue capaz Rafa de levantarse de la lona.
Se armó de paciencia, Djokovic se humanizó y fue capaz de situarse a su altura. Con 5-5, el partido se convirtió en un intercambio de golpes al que sólo pueden llegar ellos dos a día de hoy. El décimo juego duró diez minutos, hubo intercambios en los que se superaron los 20 golpes, pero el juego de Djokovic era más fluido. El 6-5 se lo apuntó en blanco y en el siguiente saque de Rafa, la Caja sólo fue mágica para él. Hubo dos cintas y ambas cayeron en el lado de la pista del español. Cualquier otro se hubiera desconectado con los contratiempos que cerraron la primera manga. Rafa, no.
Se apuntó un «break» adornándose con un golpe imposible de espaldas. Al serbio no le inmutó lo más mínimo el detalle. Devolvió el «break» de inmediato y volvió la guerra abierta. Más de 30 golpes por punto, intercambios prolongados, golpes ganadores de uno y otro lado... pero Djokovic resolvía sus servicios con más facilidad. El serbio no es el mismo jugador que perdió hace dos años en semifinales. Aquél flaqueaba; el actual, no. Los gestos de Nadal le delataron en el tramo final. Miradas a la pista, a su palco, al cielo, a su raqueta... Djokovic siguió a lo suyo y en su versión actual eso significan muchísimos problemas incluso para Rafa, aunque de momento el serbio siga siendo el número dos.
Tenis en la pista, fútbol en las gradas
En la cancha se jugaba al tenis. En las gradas podía jugarse al fútbol. Los madridistas Cristiano Ronaldo y Casillas estaban allí para ver a Nadal. Igual que han aparecido durante toda la semana otros compañeros, suyos o del Atlético de Madrid. Carvalho y Tiago estuvieron juntos viendo la semifinal. Y Filipe Luis, gran aficionado, varios días. Estaba Santana, el organizador, y Carlos Moyá junto a la madre de su hija, Carolina Cerezuela. También acudieron Paz Vega y Sara Carbonero, con Iker. Alberto Ruiz-Gallardón y Mariano Rajoy presidieron.
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