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Rato el misterio
Fue pieza clave en la política económica española de las últimas décadas –sin olvidar su papel en FMI–, pero Rodrigo Rato sigue siendo un misterio
En las elecciones del 14 de marzo de 2004, Rato había concurrido como número dos en las listas del PP de Madrid, pero una vez conseguido el escaño, renunció a él. El 5 de junio de ese mismo año, los 24 miembros del consejo ejecutivo del Fondo Monetario Internacional lo designaron por consenso director gerente de la entidad, un cargo que lleva aparejado el trato protocolario de jefe de Estado. La candidatura de Rato estuvo apoyada, fundamentalmente, por los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea.
El 7 de junio de 2004, Rodrigo Rato Figaredo toma posesión como director gerente del FMI. Su elección resulta un orgullo para la mayoría de los españoles, que lo consideran un reflejo de la importancia que España ha adquirido en el concierto internacional y un reconocimiento a la valía profesional del político dentro y fuera de nuestro país. En este sentido, el prestigioso economista Juan Velarde explicaba en un artículo por qué el ex vicepresidente del Gobierno español resulta la persona adecuada para ocupar el puesto en el organismo internacional. «Procede de la burguesía industrial asturiana, lo que le otorga un conocimiento cercano del mundo de los negocios; adicionalmente, se formó con los jesuitas y se licenció en Icade –lo que según el veterano economista le confiere una disciplina esencial para el triunfo individual–; además, estudió las carreras de Empresariales y Derecho, tanto en España como en Estados Unidos, y, por último, militó en Alianza Popular desde su fundación en 1979». Aunque quizá su mayor valía profesional tenga que ver con su maestría a la hora de aplicar políticas neoliberales. Como ministro de Economía durante ocho años, su política económica fue avalada por todos los medios, hasta el punto de que, en las críticas al Gobierno del que formaba parte, se solía exceptuar el Ministerio de Rato. Es más, incluso la oposición llegó a afirmar que la política económica era la única en la que el Ejecutivo del PP había actuado correctamente, un reconocimiento merecido por la creación en ese período de más de cuatro millones de puestos de trabajo. Además, su candidatura a la dirección de este organismo internacional también contó con el apoyo de la mayoría de los países interesados.
Pero como casi siempre en España, tampoco faltaba aquí una leyenda urbana para explicar por qué Rodrigo Rato había llegado a la cumbre del FMI, atribuyéndolo a su relación con el Club Bilderberg. Nada nuevo: a todo aquel español que triunfa en las esferas internacionales se le vincula a esta organización secreta que, según dicen, es una sucursal de la estadounidense Council on Foreign Relations (CFR); ambas estarían relacionadas con la masonería. Estas fuentes oficiosas sitúan en el mismo grupo a Joaquín Almunia, Pedro Solbes y, más recientemente, Bernardino León Gross. El CFR fue fundado por Rockefeller y entre sus miembros destacó el secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger.
La dimisión
El director gerente del Fondo Monetario Internacional, Rodrigo Rato, anunció por sorpresa en Washington que en octubre de ese mismo año (2007) pensaba dejar su cargo; aludió a «razones personales» para hacerlo. Se supone que para evitar las especulaciones que iban a surgir en la décima de segundo posterior a este anuncio, quiso dejar claro que en ningún caso había pensado en volver a la actividad política. Pero ni siquiera esta confesión prematura consiguió atajar los rumores, que apuntaban con pretendida certeza a que su abandono de tan importante institución era el paso necesario para disputar a Mariano Rajoy el liderazgo del Partido Popular.
En cualquier caso, es cierto que la salida del ex vicepresidente del Gobierno español tuvo lugar casi dos años antes de que finalizara su mandato al frente del FMI; es decir, en 2009. También resultó extraña su determinación para muchas personas vinculadas al mundo financiero, dada la circunstancia de que el organismo internacional se hallaba inmerso en una reforma. Pese a que dejaba encarrilada dicha reestructuración, su abandono hizo temer a algunos que el proceso se estancase. Desde su llegada al FMI, el ex ministro español había emprendido una revisión «estratégica a medio plazo» del organismo, entre la que se encuentra una «supervisión multilateral» de la economía, una mayor vigilancia de los tipos de cambio y la reforma del poder que cada país tiene en la institución. Con esta reforma, España sería uno de los países que ganaban peso en el FMI.
En el aspecto político, casualidades de la vida, su dimisión se conoció justo después de que el Partido Popular ganase en votos al PSOE en las elecciones municipales. En esas circunstancias, el grupo anti-Rajoy existente en el seno del PP, que se había configurado en vísperas del congreso celebrado en Valencia, una cita en la que, sorprendentemente para muchos, no presentó candidato ni candidatura alternativa, hizo oídos sordos a la anunciada renuncia de Rato a reincorporarse a la vida política. Inmediatamente, el sector oponente al candidato único intentó persuadir al dimitido con todo tipo de proposiciones, que el recién llegado rechazó. (...)
Ciertas o no, solo él lo sabe, las razones aludidas por el ex gerente del FMI para abandonar la institución fueron de índole personal. En España había dejado tres hijos en edades complicadas y, según un comunicado difundido desde Washington por el FMI, este fue el motivo primordial de su regreso. El texto se refería a la «educación de sus hijos» como factor esencial en su renuncia al cargo. «Mis circunstancias familiares y responsabilidades, particularmente en lo que respecta a la educación de mis hijos, son las razones por las que dejo antes de lo esperado mis responsabilidades en el Fondo», afirmaba él mismo en el citado comunicado. Quienes le conocen bien definen a Rato como un ser emotivo, sensible y familiar.
FICHA TÉCNICA
Título del libro: «Rodrigo Rato. El gran artífice».
Autor: Carmen Gurruchaga.
Edita: Martínez Roca.
Sinopsis: Durante muchos años al frente de grandes instituciones nacionales e internacionales, Rodrigo Rato es una de las voces más autorizadas para explicar la situación económica actual. Siempre reacio a conceder entrevistas y a airear su vida privada, Rato se sincera por primera vez con la prestigiosa periodista Carmen Gurruchaga. Como ministro de Economía y Hacienda durante el gobierno de Aznar, logró crear cinco millones de empleos. Nadie duda de que Rodrigo Rato fue el gran artífice del milagro económico español. En este libro ambicioso, positivo y clarificador se ofrecen respuestas a la crisis y se abordan los temas más espinosos de la actualidad financiera.
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