Arquitectura

Camboya: un imperio devorado por la selva

En el 802, Jayavarman II se invistió dios y rey del imperio jemer. Su legado constituye hoy uno de los mayores atractivos de Camboya, pero no el único. 

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La convulsa historia jemer, salpicada por continuas invasiones vecinas y por el férreo protectorado francés en Indochina, vivió uno de los periodos más negros hace apenas 30 años durante el genocidio impulsado por los Jemeres Rojos y su líder, Pol Pot, que aún hoy marca el devenir de unas gentes que, pese a los avatares, esbozan siempre una sonrisa. Hoy Camboya alcanza los 14 millones de habitantes, una población joven que está logrando despertar del letargo a un país agrícola que ha encontrado en el turismo una fuente inagotable de recursos.
Phnom Penh es el punto de partida para comprender la realidad del pasado más reciente. La capital se extiende alrededor del Templo de la Colina o Montaña de la Señora Penh, de donde toma su nombre, construido en 1373 sobre un monte artificial para alojar cinco estatuas de Buda. A unos minutos, el hotel Raffles Le Royal es la opción más lujosa para alojarse.
Visitas inexcusables son también el Museo del Genocidio y la Pagoda de Plata del Palacio Real. Merece también la pena pasear y disfrutar del regateo por el Mercado Central o el Ruso (juegue a rebajar el precio un 50%). En los muelles de la capital se puede tomar uno de los cruceros que surcan el Mekong. Uno de los más suntuosos, L'Amant, aguarda junto al magnífico restaurante Bopha con 12 lujosas cabinas de estilo colonial, todas las comodidades y una excelente restauración. Disfrutar de una tormenta surcando el río es uno de los grandes placeres del mundo.
El trayecto por carretera hacia Siem Reap, de media jornada, permite descubrir la esencia de la Camboya rural y del antiguo reino de Chenlá. La antigua capital jemer es hoy la ciudad más occidentalizada de Camboya. La bulliciosa Pub Street recuerda a cualquier zona de ocio nocturno de Tailandia y sus hoteles, desde el majestuoso Sofitel Phokeethra hasta el exclusivo Amansara, son testimonio del lujo asiático.
Siem Reap es la puerta de entrada a la ciudad imperial, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1992 y cuyo monumento más célebre es Angkor Wat, símbolo de la nación y centro político y religioso del imperio jemer hasta el traslado al Palacio de Bayón, dentro de la gran ciudad amurallada de Angkor Thom. Bayón contaba con 49 torres (se conservan 37), todas adornadas con la imagen de Buda. Al otro lado de la fortificación, centenares de templos se desparraman entre la jungla, como el de Ta Prohm (célebre porque entre sus muros se rodó «Tomb Rider»). Anestesiados por el sopor de la selva, quizá podamos alcanzar el nirvana a la luz de un tenue atardecer.