Medidas económicas
Cuestión de confianza
El presidente del Gobierno ha cerrado su particular «semana de pasión». No es fácil, desde luego, girar 180 grados la ruleta del discurso gubernamental, olvidar todos los compromisos y, en definitiva, tirar por la borda la retórica populista que el Ejecutivo ha desarrollado con cargo a las cuentas públicas en una Legislatura y media. Que el garante del Estado de Bienestar se convierta en el puntillero de una parte sustancial del mismo, en el autor de un ataque sin precedentes a los colectivos más vulnerables, como funcionarios, pensionistas o dependientes, debe acarrear consecuencias políticas y electorales. De las segundas, los primeros sondeos explicitan ya el desmoronamiento del voto socialista y el empuje de los populares hasta rozar la mayoría absoluta. Es un escenario lógico que castiga no sólo el fracaso de un proyecto económico, sino el zarpazo social aprobado. La encuesta de NC Report para LA RAZÓN refleja de forma concluyente el abrumador rechazo ciudadano a los recortes gubernamentales, especialmente las medidas contra los pensionistas y el «cheque-bebé». Casi siete de cada diez españoles se oponen y casi ocho de cada diez apuntan a la responsabilidad del presidente por la demora en tomar decisiones.En cuanto a la secuencia política, Mariano Rajoy y Josep Antoni Duran Lleida han puesto ya el acento en la fragilidad de un Gobierno en minoría que parece haber perdido los anclajes parlamentarios por la izquierda que le mantenían a flote. Para ambos, resulta imprescindible que Rodríguez Zapatero se someta a una moción de confianza con el propósito de comunicar al país su programa de gobierno para los dos próximos años y verificar con qué apoyos cuenta para cumplirlo en los grupos de la oposición. En la coyuntura actual, entendemos que es urgente recuperar la confianza y la certidumbre en la medida de lo posible, y la moción parlamentaria sería un paso en esa dirección, aunque insuficiente. Para desarrollar el ajuste severo que el Fondo Monetario Internacional ya avisa para España y abanderar los profundos sacrificios que esperan a la sociedad española, el país necesita un gobierno fuerte, con la autoridad moral necesaria y con un guión sólido que corte de raíz con la improvisación actual. Y ése no puede ser socialista. Nos parece impensable, sin embargo, que el Gobierno adelante las elecciones en pleno desplome electoral, por lo que, al menos, debe atender las propuestas del PP por interés general. Rajoy anunció ayer en la reunión con los barones del partido que no apoyarán la congelación de las pensiones y que los altos cargos en las comunidades populares se bajarán sustancialmente los sueldos. Insistió en su plan alternativo para sanear las cuentas públicas mediante la supresión o fusión de ministerios o la reducción de las subvenciones a organizaciones políticas, empresariales y sindicales; todo ello, conveniente en lo económico y en lo simbólico.La última semana ha demostrado crudamente que la economía española es vulnerable. Necesitamos liderazgo y crecimiento para ganar solidez. Zapatero debe poner a prueba su nuevo proyecto. Moción de confianza y reformas estructurales no pueden esperar.
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