Castilla y León
OPINIÓN: Carreteras de Castilla
Esta semana ha perdido su vida en la carretera una maestra palentina, Julia, que enseñaba en el centro Fernán González de Salas de los Infantes (Burgos). Regresaba de Burgos a Salas por la carretera nacional que comunica Burgos y Soria. Yo siempre he temido esta carretera, con mucho tráfico pesado que obliga a hacer adelantamientos peligrosos.
Por eso me ha conmovido la noticia de este siniestro, que ha tenido como víctima a una mujer muy joven y, según he leído, enamorada de su profesión. Perder la vida en la carretera estremece porque a los que nos queda tiempo para pensarlo nos asalta la duda de si en la carretera se mata o se muere. Y es que un accidente en la carretera no es una desgracia cualquiera. Es de esas cosas que a uno le dejan helado, como si le traspasara la piel un proyectil de fuego con la pregunta ¿por qué?
Y se queda uno con el proyectil dentro como si hubiera estado siempre dentro, como si ser humano consistiera en tener espacio dentro para alojar tanta desventura y uno sólo llegara a descubrirlo cuando del espacio exterior desaparece una presencia para siempre. Hay cosas en la vida que no tienen sentido, por más vueltas que les demos. En el funeral de alguien que ha perdido su vida sin haber tenido tiempo de vivirla, es mejor guardar silencio.
Y llorar, llorar dejando que el fuego de la eterna pregunta sin respuesta vaya secando las lágrimas porque ninguna respuesta puede secarlas. Y que las vaya secando no para la resignación sino para la solidaridad porque las víctimas de la carretera nos dejan, como tarea, la de averiguar si lo suyo pudo haberse evitado.
Porque si pudo haberse evitado, podrá evitarse en el futuro que algo semejante vuelva a suceder.
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