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El debut de Sudáfrica cumple el sueño de Mandela

Cuando a Nelson Mandela se le ocurrió que negros y blancos podían convivir en paz casi nadie le creyó. Pero el primer presidente negro de su país consiguió que la Suráfrica que nació después del apartheid no se edificara sobre la venganza y el odio sino sobre la convivencia. El Mundial de rugby de 1995 fue la prueba. El Mundial de fútbol que comienza hoy es la confirmación.

El debut de Sudáfrica cumple el sueño de Mandela
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Mandela está mayor. A punto de cumplir los 92 años, apenas hace vida social. Ayer, emitió un comunicado anunciando que no recibirá visitas ni concederá entrevistas durante el Mundial. «Estamos inundados de peticiones para reuniones y es imposible para el señor Mandela acceder siquiera a una pequeña parte de ellas», dice el comunicado emitido ayer por su oficina. Aunque hizo una excepción para conocer a Cristiano Ronaldo.

El jugador del Real Madrid acudió junto a su seleccionador, Carlos Queiroz, y uno de sus ayudantes, Carlos Godinho. La visita respondía al interés personal de Mandela de conocer a la estrella portuguesa, que le regaló una camiseta de su selección con el nombre de Mandela y el número «91», los años del líder surafricano.

 

«A raíz de una invitación personal para visitarle en su casa de Johannesburgo, Cristiano Ronaldo y Carlos Queiroz tuvieron la oportunidad de hablar con Nelson Mandela», dice el comunicado emitido ayer por la Federación Portuguesa.

Mandela acudirá hoy a la inauguración del Mundial que culmina su sueño, el de ver a su país reconocido de manera internacional. La confirmación de la integración racial, aunque en el equipo surafricano sólo haya un jugador blanco, Booth, que además es el ídolo de la afición.«Mandela es un icono viviente, es admirable lo que ha hecho por su país y por la sociedad del mundo en general. Salvo los 90 minutos del partido, soy un gran admirador suyo», reconoce Javier Aguirre.

 

El seleccionador mexicano afronta su segundo Mundial en el banquillo. No le asusta que el estreno de su selección se produzca contra el anfitrión. «Van a ser once contra once y un árbitro y un balón de por medio», dice. «Sé lo que es ser local, seguramente va a ser una fiesta muy bonita», añade. Aguirre ya tuvo la experiencia de disputar como futbolista un Mundial en su país, en 1986.

A Carlos Alberto Parreira, el seleccionador surafricano, tampoco le puede la presión. Ya ganó el Mundial 94 dirigiendo a Brasil. Y cualquier trabajo en el mundo es más sencillo que ser seleccionador brasileño. «Si hice algo bueno por los ‘‘bafana bafana'' fue darles una identidad», asegura Parreira. «Les animé a disfrutar de la pelota, a disfrutar del juego», añadió, algo que no acabó de permitir a los brasileños cuando los entrenaba. Pero la exigencia del banquillo surafricano es menor. En teoría. Tienen la responsabilidad de respetar el sueño de Mandela.