Cataluña
De trescientos a cero
Los últimos alumnos que el pasado curso estudiaron en aulas prefabricadas tendrán clases nuevas este año
La carrera por eliminar todos los barracones de los centros educativos de la región ha durado seis años. Son los que ha tardado Esperanza Aguirre en eliminarlos a través de una promesa electoral que se materializó poco antes de las elecciones de 2007. En el anterior curso político ya se había destinado parte del presupuesto regional a hacer desaparecer las 300 aulas prefabricadas que en 2003 se encontró cuando llegó a la Comunidad de Madrid. Sin embargo, no ha sido hasta esta legislatura cuando se han eliminado totalmente con la desaparición de las 17 últimas.
Las cifras distan mucho de las de otras comunidades autónomas donde el número de barracones se cuentan por centenares e incluso, lejos de disminuir aumentan con el paso del tiempo. Éste es el caso de Cataluña, donde el pasado curso escolar se contabilizaron 947 barracones; 144 más que el curso pasado y casi 400 más de los que se encontró el tripartito a su llegada al Gobierno. Más de 20.000 alumnos catalanes estudiaron el pasado curso en aulas prefabricadas a pesar de que la Generalitat diseñó un plan especial en 2001 para eliminarlas.
En disminución
En la Comunidad Valenciana la cifra de barracones sí va en disminución, pero aún está lejos de llegar al cero. En la pasada temporada escolar se contabilizaron cerca de un millar de aulas transitorias que dieron cabida a unos 18.000 alumnos. La previsión de descenso para este curso es de cerca de 200 aulas prefabricadas menos. En Andalucía, el pasado año hubo más de doscientos colegios con barracones en sus instalaciones. En total se abrieron 800 clases transitorias o «caracolas», como son conocidas en esta comunidad. En Aragón, según la portavoz de Educación del Grupo Parlamentario Popular (PP) en las Cortes, existen 32 barracones.
Las cifra de barracones en Castilla La Mancha asciende más de 200; en Extremadura, sin embargo, se contabilizaron sólo dos; en el País Vasco se inició el pasado curso escolar con una treintena de aulas prefabricadas; y Baleares tuvo que instalar 60 aulas transitorias. El problema está cuando los barracones pasan de ser una solución temporal a unas obras de remodelación o ampliación de los centros a convertirse en una instalación necesaria y crónica en los centros escolares.
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