Nueva York
A un paso de la tragedia en el espacio
Si alguna vez alguien se ha preguntado qué puede ocurrir con la basura espacial (miles de objetos que se mueven a velocidades increíbles por la órbita), lo que aconteció ayer en la Estación Espacial Internacional puede dar algunas respuestas.
Los integrantes de la Misión de Expedición 28 –el comandante ruso Andrey Borisenko y sus compatriotas, los ingenieros Alexander Samokutyaev y Sergei Volkov; dos estadounidenses de la NASA, Mike Fossum y Ron Garan y el japonés de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón Satoshi Furukawa– tuvieron que evacuar en situación de «emergencia» la plataforma espacial como consecuencia del grave riesgo de colisión de un residuo espacial no identificado.
A salvo en cápsulas rusas
Como en casi todos los desastres espaciales, todo fue por un fallo en un pequeño detalle: la tripulación tuvo que refugiarse en dos módulos Soyuz –fuera de la estación– porque el control de la misión no fue advertido con la suficiente antelación de que basura cósmica se acercaba a la estación espacial. Ante la imposibilidad de modificar la órbita de la estación, los astronautas tuvieron que evacuarla y ponerse a salvo en dos cápsulas espaciales rusas. Estos aparatos están preparados para la protección de los astronautas en caso de emergencia.
Finalmente, la basura espacial pasó a 250 metros de la estación y no hubo ningún choque. Y así los astronautas pudieron regresar a la misma estación media hora después de haber procedido a la evacuación. Durante un lapso de tiempo de unos 15 minutos se vivieron momentos de pánico. La portavoz de la NASA Kelly Humphries indicó desde el Centro Espacial Johnson de Houston (Texas) que el control de la misión autorizó a la tripulación de que podían salir del refugio. «No tuvimos ningún aviso con la suficiente antelación para preparar una maniobra para evitar la basura. Ha sido un trozo de desperdicio que no sabemos muy bien de dónde ha venido».
Los expertos de la NASA todavía desconocen si este material correspondía a una roca espacial o era un fragmento de la colisión de dos satélites de 2009. También podía ser chatarra originada por unas pruebas que realizó China en el año 2007. Ambos sucesos contribuyeron a dejar una gran cantidad de basura en el espacio. La última vez que los astronautas tuvieron que refugiarse en la Soyuz para evitar un accidente con basura espacial fue en marzo de 2009. En estos casos lo mejor que se puede hacer es meterse a bordo de las dos naves nodrizas Soyuz rusas. Estas dos cápsulas son el medio que usan los astronautas para ir a la plataforma y regresar a la Tierra.
Los científicos esperan que estos incidentes se puedan multiplicar en un futuro. Cada vez se llena más el espacio de residuos de todo tipo. Además de los satélites abandonados y algunos objetos grandes (unos 22.000), los expertos consideran que hay alrededor de 300.000 residuos de entre uno y diez centímetros. Además, también existen miles de objetos más pequeños que orbitan en la tierra. El 2 de abril pasado, la altura media de la órbita de la Estación tuvo que ser elevada en 800 metros con ayuda de los propulsores del carguero europeo «Johannes Kepler», a fin de evitar un choque con fragmentos del satélite ruso «Cosmos-2251».
La Estación Espacial Internacional es un proyecto en el que participan 16 países, con un coste total de 100.000 millones de dólares, que arrancó en 1998 y que debe quedar completado el próximo año, según Efe. El ingenio –con una masa de cerca de medio millón de toneladas, 59 metros de largo y 104 de ancho– vuela a una velocidad media de 7,7 metros por segundo y da una vuelta a la Tierra cada 91 minutos a una altura de cerca de 350 kilómetros.
Gran amenaza de pequeño tamaño
Orbitando alrededor de la tierra existen unos 22.000 objetos de chatarra espacial formada por naves en desuso, satélites, segmentos de cohetes y grandes fragmentos de antiguos satélites desintegrados. Cuando chocan entre sí, la cantidad de basura espacial aumenta. Los objetos que miden entre 1 y 10 centímetros son los más peligrosos, porque no se puede hacer un seguimiento individual y dañan seriamente la superficie contra la que impactan. La Red de Vigilancia Espacial de EE UU es la encargada de rastrear el rumbo de los desechos.
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