Cine

España

El riesgo se paga por Sergi Sánchez

La Razón
La RazónLa Razón

Al principio de la gala de los Goya me llamaron la atención dos insertos del rostro de Pedro Almodóvar. Su cara era un poema, la cara del invitado que llega tarde a su propia fiesta para darse cuenta de que sus amigos de toda la vida se han olvidado de comprarle un regalo. La esperanza es lo último que se pierde, y teniendo en cuenta que ésta era la ceremonia en la que el renegado volvía a casa, era lógico que la Academia celebrara la reconciliación con una lluvia de Goyas. Pero no: aunque «La piel que habito» era la mejor película de las nominadas –también, todo hay que decirlo, la más extrema y radical–, era difícil que pusiera de acuerdo a los académicos. El riesgo se paga.

Sin embargo, si repasamos la lista de galardones, es obvio que este año, con el estreno de Enrique González Macho como presidente, había voluntad de que todo el mundo se fuera contento a casa. El reparto salomónico de premios hizo feliz a una película castigada por la crítica («La voz dormida») y a otra por el público («Blackthorn»). Injusticias aparte, es una buena noticia que los Goya se hayan acordado, y van dos años consecutivos, de un director olvidado, cuya carrera ha sido ninguneada sistemáticamente por la industria, sufriendo lo que no está escrito para levantar sus proyectos. Es mejor noticia aún que haya triunfado una película de género tan digna y rigurosa como «No habrá paz para los malvados». Como demostró con «Celda 211», la Academia existe para recordarnos que se puede hacer cine comercial en España que no asesine la materia gris del espectador. Quizá por eso «Torrente 4» se quedó en la cuneta y «Eva» subió al podio en tres ocasiones. ¿Taquilla? Sí, pero con sustancia.