El orgullo de ser español

Madrid- «Más arriba, más arriba», pedía Juan Carlos Navarro, el capitán, agarrado al micrófono. Se refería a la camiseta de Ibaka. Quería que subiera para que el público pudiera ver sus abdominales. Tan arriba que acabó quitándosela. Un motivo de orgullo para todos sus compañeros. Como su propietario. Porque Ibaka, el último en llegar, es uno más desde el comienzo. Un jugador «adoptado» por Pau Gasol, siempre preocupado de que el hombre que debía darles descanso a él y a su hermano se sintiera integrado en el grupo.
El congoleño nacionalizado por la vía rápida por el consejo de ministros tuvo que pelear su puesto en la Selección con Mirotic. Aunque la pelea era ficticia. Sólo se admite un nacionalizado por equipo y Scariolo siempre supo que su elección era el jugador de Oklahoma City Thunder.
Sus cinco tapones en la final ante Francia demostraron su valor defensivo. Y él ya piensa en lo próximo, en el oro olímpico, aunque para eso deba ganar a su compañero de equipo Kevin Durant. «No he hablado con él, pero seguro que hablaremos de ello cuando empiece la NBA. Tengo ganas de enfrentarme a él», dice. «Al nivel que jugamos en la final podemos ganar a cualquier equipo de este mundo», advierte.