La Habana
«Ahorro o muerte»: perdidos en Cuba
Las penurias de Cuba pueden empeorar todavía más si llega otra temporada de huracanes como la de 2008.
MADRID-En la mayor de las Antillas, la vida está esposada a una cartilla de racionamiento. Si hoy se despertara allí, como un ciudadano más y no como un despistado turista, dispondría del siguiente kit de supervivencia: una pastilla de jabón y otra para lavar la ropa cada dos meses (ninguna limpia lo que se espera), un puñado de arroz para todo el mes, un vaso de aceite de soja del tamaño de una caña, medio kilo de pollo (la mayoría hueso), y 100 gramos de café que nunca podrá tomar con leche porque el «oro blanco», en polvo, se reserva a los menores de 7 años. Además, unos 300 gramos de frijoles al mes y un paquete de carne, presuntamente de res, mezclada con soja en tal proporción que casi nadie se atreve a comerla, otros 300 gramos de pescado que habrá de cambiar por otros 200 gramos de pollo ya que, pese a estar rodeado de uno de los mares más ricos del mundo, misteriosamente los peces esquivan los mercados. Para completar la dieta, se le darán 300 gramos de guisantes, la mitad de lo que se ofrecía meses atrás, como consecuencia de un nuevo racionamiento. Cualquier «capricho» extra deberá pagarlo con los 20 dólares al mes de que dispone. Y rece para que no llegue otro huracán que adelgace aún más su cartilla. Esto es Cuba y todo puede empeorar. Sin ir más lejos, los 11,2 millones de cubanos participantes en este «reality» de pesadilla viven con el temor a que sus «tesoros» se pudran durante uno de los apagones que dejan sin corriente sus neveras.Hace casi un año, tras abrir las puertas a tímidas reformas, Raúl Castro advirtió a sus compatriotas de que venían tiempos difíciles y les pidió que no se «acostumbraran» a recibir sólo buenas noticias. Ya que la ironía no es uno de los fuertes de los Castro, los cubanos se apretaron el cinturón hasta casi no poder ni respirar ante lo que se les venía encima. Los sueños de reforma se quebraron ese mismo día, por culpa de un sistema que ha degenerado hasta el extremo de que el 80% de los alimentos tengan que ser importados, la mayoría de EE UU, con un coste de 1.600 millones de dólares al año, mientras el 55% de las tierras están en un eterno barbecho. «Este sistema no da para más. Las medidas de ahorro no servirán de nada porque el daño es estructural. Cuba vive del crédito que ya lograba con dificultad, porque no lo devolvía, y ahora es aún más difícil obtenerlo. La situación no deja de empeorar y eso se nota porque cada vez entran menos barcos con las importaciones. De hecho, casi no llegan ya», explica a LA RAZÓN Óscar Espinosa Chepe, economista y uno de los 75 opositores apresados en la Primavera Negra de 2003. Excarcelado por motivos de salud, Espinosa no cree las previsiones de crecimiento para 2009, rebajadas del 6% al 2,5%. Tampoco la «blogera» Yoani Sánchez, que pronostica «un verano incierto y una estampida migratoria».Con las tierras arrasadas por herbicidas soviéticos o cubiertas por el marabú (una zarza casi imposible de erradicar que ha tomado el 20% del suelo fértil), pocos aceptan trabajar el campo porque hay que plantar lo que digan los Castro y venderlo al precio que ellos quieran.«Hay mucho malestar por las restricciones del consumo eléctrico, los recortes en la cartilla de racionamiento y los bajos salarios. Han desaparecido productos como la pasta de dientes y todo hay que comprarlo en el mercado, pero con 20 dólares al mes no da para nada», explica Miriam Leiva, fundadora de las Damas de Blanco y esposa de Espinosa. Si, como en 2008, los huracanes se sumasen a la crisis, ni el «Ahorro o muerte» (sustituto del Patria o Muerte) salvará a los Castro.
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