Embarazo

Al cuidado de bebés de 800 gramos

Al cuidado de bebés de 800 gramos
Al cuidado de bebés de 800 gramoslarazon

MADRID- ¿Cuántas operaciones puede soportar un niño? Porque Natalia, desde que nació el pasado mes de marzo, ya lleva tres. Y si pudiera, contaría cómo Covadonga, su madre, creía que moriría en sus brazos, que con apenas 800 gramos de peso y 24 semanas de desarrollo -el límite para venir al mundo- no sobreviviría a ninguna intervención. Pues el próximo día 23 de julio será su cuarto «cumple mes» y con un poco de suerte, puede que lo celebre en casa. Hoy pesa algo más de kilo y medio y el pronóstico es favorable. Esta prematura es una de las 120 que al año ingresan en la Unidad de Cuidados Intensivos de Neotatología (UCIN) del hospital Doce de Octubre de Madrid. Que la vida de estos precoces bebés corre un gran peligro se sabe; sin embargo, pocos conocen el trabajo que hay detrás para sacarles adelante. Cerca de 200 enfermeras y auxiliares para cubrir tres turnos, 12 médicos y un grupo de residentes atienden las 24 horas a tres tipos de pacientes en este servicio: «Un grupo son los menos graves, con un peso algo mayor (aproximadamente dos kilos) o aquellos que se sospecha que pueden tener infección», explica Carmen Medina, jefa de Neonatología del hospital madrileño, quien añade que «necesitan antibióticos y su estancia es más corta». Otro perfil es el de los prematuros «que sufren malformaciones digestivas, del sistema nervioso central, cardiopatías congénitas muy complejas, etc. Necesitan respirador y someterles a cirugías importantes. Su estancia es más prolongada y requieren alimentación intravenosa», añade Medina. Ana es enfermera y lleva 28 años conviviendo y luchando por la vida de estos niños. «Son muy duros de mantener, necesitan medicación en dosis personalizadas ajustadas a su peso y tamaño. Por cada dos niños hay una enfermera en UVI y, según la gravedad del bebé, hay una dedicada por entero a uno solo», cuenta. «Se les debe mantener como si estuvieran en el útero materno», expone María Victoria, enfermera del servicio. El tercer grupo de pacientes lo forman los compañeros de Natalia, los grandes prematuros. Pesan menos de 1.500 gramos y necesitan permanecer en la UVI. «El miércoles concretamente tuvimos dos partos de trillizos y tres de ellos pesan 800 gramos y los otros tres cerca de kilo y medio», comenta Medina. Tanto parto antes de lo previsto ha hecho que en estos momentos estén llenas las instalaciones especialmente preparadas para ellos. En unas incubadoras duermen ahora mismo 19 bebés intensivos, esto es, graves que necesitan respiración asistida, y 22 a los que denominan intermedios o estables en los que no se espera que se produzcan cambios bruscos. Alimentación El fallecimiento del pequeño Rayán en el hospital Gregorio Marañón por un error en la vía de administración del alimento del pequeño ha provocado la curiosidad y ha demostrado también el desconocimiento social generalizado sobre el tema. La jefa del servicio de Neonatología explica los pasos que se siguen según el paciente ingresado. «Primero esperamos unas horas hasta que le conocemos, le hacemos pruebas y observamos el estado en el que se encuentra. Posteriormente se le coge una vía periférica y se le administra un suero de mantenimiento a la espera de conocer su tolerancia digestiva. Este suero es muy común y cerca del 70 por ciento de los neonatos, aproximadamente, lo necesita». Si las pruebas resultan favorables y el niño tolera bien, entonces se le intenta alimentar con leche materna o del banco de leche. Pero hasta las 34 o 35 semanas no pueden tomar biberón, por lo que en estos niños es necesario cogerles una vía intravenosa, es decir, «introducir un catéter por la vena del brazo hasta un punto cerca del corazón. Aquí el riesgo aumenta porque se puede enredar u obstruir», especifica Medina. Por esta vía se administra glucosa, lípidos, proteínas y aminoácidos, (todo ello contenido en una gran bolsa) que el bebé necesita hasta que pueda alimentarse por la boca. Otra forma de nutrirles consiste en colocar una sonda nasogástrica que va de un orificio de la nariz hasta el estómago y se introduce el alimento con una jeringuilla. Así se alimenta Patricia, que duerme desde que nació (también con 24 semanas) pegada a un monitor que marca sus latidos, temperatura, respiración y cantidad de leche que ingiere. En líneas generales, cada tres horas le toca comer. La vida tras las puertas de estos centros es más que dura, porque las complicaciones se magnifican en cuerpos tan pequeños, apenas formados. Y una de ellas, frecuente en estos bebés, es el llamado «ductus arterioso», que a Patricia le tocó sufrir. Un pequeño vaso que comunica la aorta con la arteria pulmonar y que en la mayoría de los niños a término se cierra en los primeros días de vida. No obstante, en los prematuros no siempre ocurre. Como Alejandro nació con 36 semanas, no tuvo complicaciones del ductus, pero sí del diafragma. En concreto sufrió una hernia diafragmática. «No tenía diafragma y los órganos se le desplazaron al tórax», explica Medina. Suena terrible, pero para ellos es otra operación de urgencia de neonatología, uno de los servicios más complicados y difíciles de sobrellevar. Es lo que tiene venir al mundo antes de tiempo.