Gobierno

Sánchez prepara su fotografía con Puigdemont tras la amnistía del TC

El Gobierno da por hecho que el Constitucional les abrirá la puerta a "consolidar" su relación con Junts

BRUSELAS, 17/01/2025.- El presidente de JxCat, Carles Puigdemont, durante la rueda de prensa celebrada esta mañana en Bruselas para anunciar la suspensión de toda negociación con el PSOE por cuestiones sectoriales, incluidos los Presupuestos Generales del Estado. En su comparecencia, Puigdemont también ha exigido a los socialistas una reunión urgente en Suiza. EFE/Pablo Garrigós
El expresidente de la Generalitat Carles PuigdemontPablo GarrigósAgencia EFE

Aunque finalmente no entre la malversación, y aunque la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre la amnistía no sirva al expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont para cumplir su objetivo de regresar a Cataluña, el Gobierno celebra por anticipado la resolución que se espera para finales de mes. Los de Junts han mantenido una posición de prudencia, y en el Ejecutivo se vienen tan arriba que incluso creen que la decisión del Alto Tribunal abrirá la puerta a ese esperado encuentro entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y Puigdemont.

Moncloa presenta la próxima sentencia del TC, sobre la que no duda que avalará la constitucionalidad de la amnistía, como la «culminación definitiva» de la normalización de las relaciones con el partido de Puigdemont, pero en Junts, mucho más cautelosos, siguen advirtiendo de que solo su regreso permitirá a los líderes del «procés» presentarse a las próximas elecciones catalanas. Son advertencias que, en todo caso, ya no hacen mella en el ánimo del Gobierno, donde creen que Junts es «víctima de un proceso de debilitamiento» del que no tiene escapatoria.

Aseguran que han perdido incluso la batalla política porque ellos siempre se han desmarcado de los indultos promovidos por ERC, por ser un acto de generosidad por parte del Gobierno, mientras que la amnistía la presentaban como un reconocimiento de los errores cometidos contra el independentismo catalán. Y ahora, esgrimen en el Gobierno, están trasladando a la opinión pública la imagen de que están dispuestos a seguir acumulando renuncias hasta conseguir que Puigdemont vea cumplido su deseo de volver a Cataluña.

Aunque Junts insiste en alimentar el relato del enfrentamiento con el Estado, es un mensaje que con Salvador Illa en la Presidencia de la Generalitat tiene un recorrido muy corto.

Una esperada fotografía

La historia de la esperada fotografía de Sánchez con Puigdemont está cargada de simbolismos implícitos. De arranque, el resultado de las elecciones generales y las necesidades de apoyo parlamentario del Gobierno avalaron la mutación, de fugitivo a interlocutor político, de Puigdemont, al convertirse en una pieza clave de la gobernabilidad.

A Illa, esa fotografía no le viene mal. Desde su posición de fortaleza, cree que puede usarla como el símbolo más gráfico de un proceso de transformación política que se veía impensable y que condensa una estrategia de poder, una amnistía (muy polémica) y una normalización pactada.

En todo caso, Junts está a la espera de ver cómo termina el debate en el seno del Constitucional. Sus miembros tienen que discutir el borrador, «y habrá que esperar a ver si alguno de ellos introduce alguna aportación sobre la malversación para allanar el camino a la total aplicación de la ley».

El independentismo explica que el retorno de Puigdemont contribuiría a normalizar las cosas y cerrar un capítulo traumático. Mientras que el presidente del Gobierno mantiene su silencio y evita el contacto con la prensa, la maquinaria de Moncloa divulga que esta presunta reunión de Sánchez con Puigdemont contribuiría también a alargar la convivencia en una relación que ya no es fructífera para ninguna de las dos partes.

Obvia que, entre los aliados, también Junts, se impone la teoría de que el presidente del Gobierno es un elemento tóxico. A Junts le perjudica en su competencia con Aliança Catalana por su política de enfrentamiento con el Gobierno de coalición en políticas como la batalla ideológica contra la migración irregular.