Novela
Antropométrico
He he estado midiendo la zona ecuatorial, y luego seguidamente la tropical y he pasado media tarde del sábado con el metro sobre los hombros, que es que me faltaba nada más que un acerico en la muñeca para ser un sastre con bigote. Se trataba de saber si soy cilindro, diábolo o campana, que es la denominación moderna que ha elegido una eminencia de montura también moderna. A mí estas cosas que hace el Ministerio de Sanidad es que me hacen muchísimo de reír y me lo paso a su costa como un gorrino en un charco. Para ser una mujer cilíndrica yo tendría que tener el ecuador y el trópico iguales y carecer de cintura. No es el caso, miren. Para ser diábolo, una cinturilla de avispa que separara el ecuador y el trópico. Tampoco. La avispa tendría, en mi caso, la barriga de un hurón hinchado a magdalenas. Y para ser campana me sobra y me falta. O me falta y me sobra, según y como se mire. Yo, de todas formas, y sin ánimo de reventarle la idea al científico, creo que tampoco había necesidad de ponerse a buscar nuevas asociaciones mentales para definir las figuras de las féminas patrias, ni tampoco de los señores, que todo se andará. Aquí a la cilindro la hemos llamado de toda la vida «columna», «tronco», «de Castellón de La Plana» y «una sin forma» y nos hemos entendido la mar de bien. A la diábolo «qué jodía», «qué asco de tía», y «pues de cara no vale un pimiento» y nos hacíamos una idea perfecta. Y a la campana le atribuíamos tres categorías perfectamente diferenciadas. «Caderona». Los jerséis cortos son muy arriesgados para esa tipología, que tienen tendencia a ensanchar, a la que se descuida, una barbaridad. «Pera». De este tipo también hay muchos señores y además suelen andar con las rodillas juntas. Y una última que es, en mi modesta opinión, definitiva y definitoria. «De la raza del tordo». El tordo, además, es un ave paseriforme españolísima y encima, canta. Ojo, no confundir con el tordo o peto, que es un pez esbeltísimo, ni con el caballo tordo, a pesar de que de los cuartos traseros va sobrado. Que me he medido. Y que estoy buenísima, oigan.
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