Nueva York
Barack Obama toma las riendas en las negociaciones con los ayatolás de Irán
La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, anunció ayer que los Estados Unidos se convierten en «participantes plenos» en las conversaciones del grupo 5+1 sobre el programa nuclear iraní y que el objetivo de Washington no es otro que «convencer al Gobierno de Irán para que cese en su empeño de obtener un arma nuclear». De esta forma, Clinton confirmaba el cambio de política con Teherán. Estados Unidos «participará activamente» en las negociaciones que los otros cuatro miembros permanentes del Consejo de Seguridad, Reino Unido, Rusia, China, Francia, más Alemania, mantienen con los ayatolás. Clinton admitió «que tiene sentido intentar alcanzar un compromiso en ciertos asuntos que afectan a nuestro país». Hasta ahora, la posición norteamericana, sostenida por el anterior Gabinete, era que cualquier proceso negociador con Irán debía ir precedido de la suspensión de los programas de enriquecimiento de uranio puestos en marcha por el régimen iraní. Sin embargo, el presidente Obama pretende alentar un «nuevo inicio» en las relaciones entre Washington y Teherán; una «nueva dirección» que el resto de los países implicados en el problema, y que sólo venían recogiendo fracasos, han acogido con indisimulado entusiasmo. De momento, las autoridades iraníes han reconocido que están abiertos a hablar con Estados Unidos y otras naciones sobre su programa nuclear, pero siempre y cuando las negociaciones se basen en el «respeto de sus derechos». Teherán ha explicado en numerosas ocasiones que su plan de enriquecimiento de uranio es para uso civil, mientras que Washington y sus aliados han denunciado que persiguen desarrollar bombas nucleares. El mismo día que Teherán aceptó la propuesta de Obama, Irán recordó que la periodista estadounidense Roxana Saberi, acusada de espionaje, será juzgada la próxima semana. Una manera de mantener las distancias con los norteamericanos, que vienen solicitando su liberación desde hace dos meses. Hay, en efecto, varios tipos de líderes, temidos y amados, y Barack Obama prefiere ser incluido entre los últimos. Aunque, con matices. El presidente norteamericano pronunció un discurso en Praga la semana pasada donde reconoció que quiere cambiar el mundo, sí, pero advirtiendo que tampoco es un hombre ingenuo o inocente. ¿Funcionará su fórmula basada en la primacía de la negociación? En la campaña electoral, el equipo del líder demostró que sí. Pero, ahora, hay que poner esas ideas en práctica. Y se sabrá muy pronto si Obama puede cambiar el mundo. De momento, lo está intentado con Cuba, Rusia y China. Ahora le toca el turno a Irán. Será, sin embargo, el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Javier Solana, quien enviará la invitación formal a Teherán para que se una a la ronda de conversaciones.
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