Historia
Belén Esteban vuelve con Fran
¿A qué vino el «bien pagao» comunicado de un Fran explotado por un informador amigo? Con él pretendía poner fin a nueve meses de «imposible convivencia» con Belén Esteban, a quien algunos llaman –¡qué país!– «princesa del pueblo». Vivimos un dislate de sesión continua. Cuando parecía que entre ellos ya no quedaba nada porque el amor se les había roto de tanto usarlo a voz en grito, volvemos a las andadas. Belén es la indecisión estéticamente rehecha. Parece que, apelando a su criatura, a la que su marido, según cuentan, adora, ha conseguido que él regrese al redil y desde el pasado sábado vuelven a compartir hogar y lecho. A ver si les dura. Fran debería aprender de Bond y eso de «nunca digas nunca jamás». Máxime si hay sentimientos de por medio, aunque todo huele a circo bien explotado para mantener en primera línea de actualidad la Primera Comunión de «Andreíta, cómete el pollo». como un combateUna familia descalifica a la otra, se dicen de todo y echan por tierra lo expuesto por la otra parte. Más que de algo para recordar como un día tan significado, malpienso que la Primera Comunión dejará otro tipo de huella en la inocente niña. Belén Esteban convirtió la parroquia de San Romualdo en un mercado público y hasta hizo púlpito de su banco. Queda por ver si el perdonado Fran aguantará el segundo «match» de lo que parece un combate más que un matrimonio. Y de eso, de combate, algo tiene el cisma de los colegas que otorgan los premios Naranja y Limón, que ya superan los 30 años desde que el histórico Agustín Trialasos los creara con Jorge Fiestas y el inolvidable Hugo Ferrer. Allí, Boyer conoció a Isabel Preysler, entonces marquesa de Griñón, y se encandiló de ella restándole acritud al galardón. Marcaron una época y todavía siguen acaramelados. O casi. Sus apariencias engañan, como ya no ocurre con los descontentos de la peña periodística Primera Plana ante lo que consideran autoritarismo desorganizado del actual presidente. No fue elegido por aclamación popular, como Montini, Trialasos –fue reelegido hasta ocho veces– o Ferrer, sino porque nadie más aspiró al cargo. Tuvieron un buen rifirrafe la otra noche al no haber sitio para la esposa de Javier Osborne, el director adjunto de «¡Hola!». Eso motivó enfados, molestias y el portazo de Trialasos, que estaba disconforme con tanta falta de previsión y hasta galantería. Varios miembros anuncian ahora su cese. El grupo lo encabeza Trialasos, que, como perfecto convocador con don de atraer figuras verdaderas, no comprende que dejasen de invitar a Santiago Segura a recibir su Limón: «No me avisaron ni recibí una notificación escrita», asegura el actor todavía sorprendido de lo que parece un descuido o mala intención. Lo que era una tertulia apacible, pero gritona, desenfadada y liberal, parece que ha cambiado con actitudes no sólo tiránicas, sino poco elegantes y marcadas por un locutorcito pueblerino. Y por ahí no están dispuestos a pasar los más viejos del lugar, que allí se dejaron alma, corazón y vida. Cualquier tiempo pasado fue mejor.
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