Berlín
Benedicto XVI: «Los muros no son para siempre»
Benedicto XVI visitó ayer la ciudad natal de Jesucristo, ahogada por la emigración y por la valla contra terroristas
No había forma de ocultar el enorme muro de cemento que rodea Belén, construido por Israel para dificultar el paso de los terroristas, pero que estrangula económica y espiritualmente la ciudad donde nació Jesús. El muro lo ocupaba todo, con una rotundidad gris. Pero Benedicto XVI es alemán, vio alzarse y hundirse el muro de Berlín, vio acabar décadas de guerras inacabables entre Alemania y Francia. Y, después de todo, Belén es Israel, el pueblo donde Dios hizo caer murallas tan poderosas como las de Jericó al son de las trompetas y la oración. Así que el Pontífice predicó la esperanza. «He visto el muro que ensombrece buena parte de Belén, el muro que se entromete en vuestros territorios, que separa vecinos y divide familias», afirmó en la escuela del campo de refugiados palestinos de Al Aida, a la sombra de las torretas y las alambradas.«Aunque los muros son fáciles de construir, sabemos que no duran para siempre, pueden derribarse», prosiguió. «Primero, sin embargo, es necesario quitar las murallas que construimos alrededor de nuestro corazón», añadió el Pontífice, que ha hecho un donativo de 50.000 euros para ayudar a las necesidades de los refugiados de este campo. Jóvenes «boy scouts» palestinos, muy numerosos tanto entre musulmanes como entre cristianos, entregaron al dueño de las Llaves de Pedro una llave simbólica de sus casas, las que los refugiados dejaron en 1948 esperando volver algún día.«Viva el Papa, viva Palestina» En Belén y en el campo de refugiados, la gente vitoreaba al heredero de San Pedro. Cristianos y musulmanes gritaban: «Viva el Papa» y «viva Palestina». Benedicto XVI, hombre dulce pero no apasionado, habló en tono compasivo que muchos agradecieron: «Es comprensible que a menudo os sintáis frustrados», dijo. «Vuestras legítimas aspiraciones a hogares permanentes, a un Estado palestino independiente, permanecen sin cumplir. Y en vez de eso, os encontráis atrapados en una espiral de violencia», diagnosticó el Pontífice. Así reforzaba la propuesta tradicional de la diplomacia vaticana de reconocer dos Estados en Tierra Santa, algo en lo que coincide con el presidente palestino Mahmoud Abbas, los países árabes y los occidentales, y a lo que se opone el nuevo primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y los grupos extremistas musulmanes. Por la mañana, el Papa ofició la misa en la Plaza del Pesebre de Belén, junto a la iglesia de la Natividad, el punto donde la tradición afirma que nació Jesucristo. Ante unas 5.000 personas, que incluían a numerosos peregrinos occidentales y jóvenes españoles del Camino Neocatecumenal, Benedicto XVI afirmó que «rezaba» para que el embargo sobre la franja de Gaza «se levante pronto». Aplaudieron especialmente los apenas cincuenta cristianos de Gaza que las autoridades israelíes permitieron llegar a Belén. La misa se desarrolló en árabe, la lengua de casi todos los cristianos en Israel, con partes en latín. Al acabar la ceremonia, acompañado de los obispos y patriarcas de Tierra Santa, el Papa visitó en privado la Gruta de la Natividad, el lugar donde, dicen, Dios, hecho bebé, lloró por primera vez.LA SANTA SEDE APUESTA POR DOS ESTADOSEl jefe de la sala de prensa del Vaticano, el jesuita Federico Lombardi, explicó ayer que las palabras del Papa en Belén a favor de una patria palestina se enmarcan en la posición de siempre de la Santa Sede, que durante décadas ha apoyado la coexistencia de dos Estados soberanos, uno israelí y otro palestino, con «fronteras reconocidas internacionalmente y seguras». El portavoz vaticano también matizó que durante la visita del Papa al campo de refugiados de Al Aida el Pontífice saludó a los familiares de cuatro prisioneros palestinos (dos musulmanes y dos cristianos), de igual forma que hizo el lunes en la residencia del presidente de Israel, Simon Peres, cuando saludó a los padres del soldado israelí Guilad Shalit.
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