Conflicto armado
Betancourt: «La vida aquí es un desperdicio lúgubre del tiempo»
La candidata a la Presidencia relata con detalle todas la vejaciones que imponen las FARC.
Cali- Son doce páginas de soledades y dolor, escritas en letra pequeña. Las redactó muy deprisa, porque los guerrilleros no le habían avisado que enviarían una prueba de vida suya a sus familiares. Tal vez Ingrid Betancourt no durmió esa noche tratando de sacar del corazón todo eso que quiere decir y no puede. Todos los sentimientos que la ahogan hace cinco años y seis meses, tiempo que lleva refundida en la espesa selva colombiana, todo porque un día las FARC decidieron robarle la libertad.
La misiva está dirigida a su madre, Yolanda Pulecio, y tiene párrafos enteros cargados de desolación, amor por sus hijos, mensajes al Gobierno de Francia y descripciones de sus días de marchas forzadas en las filas terroristas. «Éste es un momento muy duro para mí. Piden pruebas de supervivencia a quemarropa y aquí estoy escribiéndote mi alma tendida sobre este papel. Estoy mal físicamente. No he vuelto a comer, el apetito se me bloqueó, el pelo se me cae en grandes cantidades».
La política confiesa que ha perdido la motivación para todo, pues en la selva, la única respuesta que existe es «no». «Es mejor, entonces, no querer nada para quedar libre al menos de deseos. Hace tres años estoy pidiendo un diccionario enciclopédico para leer algo, aprender algo, mantener la curiosidad intelectual viva. Sigo esperando que al menos por compasión me faciliten uno».
Además, cuenta cómo son sus días, a los que llama «un desperdicio lúgubre de tiempo».
La ex candidata presidencial dice que hasta ha perdido las ganas de bañarse en el río, que era la única actividad de la que disfrutaba. Relata que trata de hacer ejercicios de estiramientos para atacar sus dolores y que las cartas y los dibujos que una vez le mandó su familia le fueron arrebatados por sus captores.
Las palabras a sus hijos están llenas de orgullo por sus logros personales y les pide que no falten con por lo menos tres mensajes a través de la radio, pues en Colombia funcionan estaciones que transmiten espacios exclusivos para hablarles a los secuestrados.
«Mi corazón también le pertenece a Francia. Cuando la noche era la más oscura, Francia fue el faro. Cuando era mal visto pedir nuestra libertad, Francia no se calló».
En París, a miles de kilómetros, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, contestó a su manera a la epístola desde la selva. Sarkozy habló por teléfono con su homólogo colombiano, Álvaro Uribe, a quien reiteró la urgencia de trabajar para la liberación de los rehenes de las FARC a través de un acuerdo humanitario.
El presidente de Francia expresó a Uribe su «alivio» y su «inquietud» ante la «precariedad evidente del estado de salud y la desesperanza» de la rehén. «Ha subrayado a Uribe que hay que actuar con urgencia, que él mismo piensa redoblar sus esfuerzos para que acabe el calvario de los rehenes y que cuenta con la ayuda del Gobierno colombiano para conseguir un acuerdo humanitario», señala el comunicado.
El final de la carta tiene la marca del cansancio de quien lleva más de un lustro en agonía. «Ya no tengo las mismas fuerzas, ya me cuesta mucho trabajo seguir creyendo, pero quería que sientan que lo que han hecho por nosotros marca la diferencia».
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