España
Bibiana
Si la dejan, que la van a dejar porque entretiene y distrae mucho, Bibiana Aído va a dar memorables tardes de gloria. En el senado, sin la referencia de su «mamá-pato» cerca (Fernández de la Vega u otro/a ministro/a que le marque el camino entre el bosque y el arroyo), la titular indiscutible de Igualdad se atascó por defender la bandería del «aborto todo incluido» y temblaron los cimientos de la biología. Alcalá de los Gazules no ha dado una gaditana, ofrece al mundo un faro filosófico más potente que el de Chipiona. El consejo del sabio, «por mucho que seas no podrás ser más que un hombre», redefinido y actualizado en coléricos tiempos de almoneda moral: «El feto es un ser vivo pero no humano». Siendo consciente de que el chiste es fácil, según las teorías de «Bigbiana», al principio de la concepción, como en «2001: Una odisea del espacio», se puede ser «homo erectus» pero contemplando siempre la posibilidad de acabar convertido en ordenador personal de nueva generación, androide, oso panda, ñu o pato-cuchara. Esta perla de la ministra no se habría degustado si Aído hubiera acudido (al Senado, al Congreso o la boutique de moda) acompañada de Trinidad Jiménez, que es la idónea para ejecer este novedoso «protectorado interministros» puesto en marcha por Zapatero. Haciendo pareja con Trinidad pasaría de matute que la «ministra-becaria» y la «ministra-profesional» son Thelma y Louise, un tándem imbatible en términos de eficacia política. Hasta ahora las comparecencias en sede parlamentaria son individuales. No se admiten ni dúos, ni tríos, ni orfeones. Jiménez estaba volviendo de hablar con Rusia, con quien ha normalizado que los miles de millones de turistas rusos vuelvan a venir a España. La gripe ha resituado a nuestro país en el mapa y las agencias de viajes de Vladivostok ya saben dónde cae Castro Urdiales. Y mientras, Aído suelta en el Senado.
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