Cambios climáticos

Biosensores por Ramón Tamames

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Todo son alarmas, predicciones y conjeturas. El cambio climático es considerado por algunos como la mayor amenaza mundial, más aún que la pobreza o el terrorismo. En tanto que otros consideran que no pasa de ser un «cuento de caminos», basado en planteamientos más políticos y fetichistas que en fundamentos verdaderamente sólidos.Eppur si muove (Galileo dixit): el cambio está ahí. Los viticultores ya están buscando lugares para plantar nuevos viñedos con un clima menos cálido del que se les está echando encima. Los gobernantes de las Maldivas y otros Estados insulares incluso buscan nuevos hábitats para sus ciudadanos; ya que con la subida del nivel del mar podrían quedarse, literalmente, sin sus propios países. Y en toda la ribera terrestre del Polo Norte, ya se afanan para, dentro de pocos años, prospectar lo que pueda haber de petróleo y otros minerales en un espacio marítimo antes cubierto por los hielos eternos.¿Y de las mariposas, qué decir? Que también están inquietas. Y no es por el célebre «butterfly effect», esto es, la repercusión de cualquier mínimo movimiento de sus alas en los equilibrios incluso estelares. Lo que está sucediendo es más tangible: en la fase más volátil, y nunca mejor dicho, de determinados insectos, las mariposas ya aparecen en traslación para depositar sus huevos en lugares distintos de los habituales, a fin de evitar los impactos del calentamiento global.Dicen que los animales no son inteligentes, y que, si deciden cambios importantes en su forma de vida, ello es en función del campo magnético, o de otras variaciones invisibles del planeta en que vivimos. Será o no inteligencia, pero saben lo que tienen que hacer en cada momento, y lo hacen. ¿No habremos de aprender de esas pequeñas criaturas, de dibujos y colores fantásticos, a cómo reaccionar ante las secuelas que se derivan para la biosfera a consecuencia del depredador Homo sapiens?