Barcelona
Blanco entra en Fomento arropado por patronal sindicatos y hasta Aguirre
La despedida de Magdalena Álvarez de Fomento –o la bienvenida de José Blanco– fue una de las que más expectación causó. Presidentes autonómicos, la mayoría de los ministros, constructores, empresarios, sindicatos... Curiosamente, ni la patronal ni los representantes de los trabajadores estuvieron en la toma de posesión de la vicepresidenta económica, pero no faltaron a la de Fomento. Todos quisieron estar presentes en la salida de una de las ministras que más ha dado que hablar y de las más cuestionadas. Pero alguien desentonaba entre los demás: Esperanza Aguirre. Y es que su enemistad con la hasta ahora ministra es bien conocida, tanto, que incluso un día antes del cambio aseguró que «Álvarez ha sido un castigo constante para los madrileños», por lo que celebró su salida sin ocultarlo.Aguirre acudió al Ministerio invitada por José Blanco, al igual que otros presidentes autonómicos como los de Baleares, Cantabria o Aragón, y aguantó en primera fila los dos discursos. Pero, una vez acabados, se desquitó: «Ya era hora de que acabaran estos cinco años que han sido un olvido, una estigmatización de Madrid y una asfixia constante, y en los que las relaciones con la Comunidad han sido muy frías». Por ello, confió en que la situación mejore con Blanco, pues Madrid, como dijo, es la «promotora económica de España».Y parece que Blanco la escuchó, porque aseguró que atendería las reclamaciones de los presidentes de las autonomías y los alcaldes, que estaría abierto al diálogo y, sobre todo, a apurar lo más posible los márgenes de negociación que permitan más coordinación sin invasión de competencias.«Potente instrumento»«Hay tres años por delante y un programa que cumplir», aseguró durante su primera intervención, en la que no se mostró asustado por lo que se le viene encima, pero sí un tanto cauto. Según aseguró, su política ira dirigida a mejorar la cohesión territorial, a luchar contra la crisis a través de las infraestructuras y la obra pública, y a preparar el periodo de recuperación que tan lejos se divisa. «El Ministerio de Fomento es uno de los más potentes instrumentos de esa fuerza creadora del Estado, que hay que usar con inteligencia, sobre todo cuando las cosas se ponen difíciles, como ahora», indicó a partir de una frase de Manuel Azaña.Además, aprovechó para aplaudir a su antecesora, de la que dijo deja la «excelente hoja de ruta» que él seguirá, el Plan Estratégico de Infraestructuras y Transportes, que calificó como el «más importante ejercicio de planificación que ha conocido España».Y si Blanco parafraseaba a Azaña, Magdalena Álvarez se despedía con una cita de Máximo Gorki: «Todo pasará, pero lo hecho, hecho queda». Así decía adiós a la que ha sido su casa durante cinco años. «No tengo ninguna espina clavada», dijo tras entregar la cartera, mostrándose «satisfecha y orgullosa» por su trabajo.Para la ya ex ministra, «ha sido una etapa preciosa» en la que ha tenido, junto a «un equipo impresionante», la posibilidad de cambiar el transporte español y prepararlo para el difícil futuro. Se congratuló de la llegada de la alta velocidad a Tarragona, Valladolid, Segovia, Málaga y, sobre todo, Barcelona, siempre sin perder la sonrisa. Incluso, destacó que su relevo ha sido una decisión «adecuada» del presidente.Pero no se fue sin avisar a su sustituto: «La tarea es muy dura, pero merece la pena».
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