Castilla y León
Bodegas españolas con certificado sostenible
Hace años que hablar de vinos ecológicos en España no es ninguna novedad. La preocupación por el entorno no es ajena a la industria vitivinícola, pero ¿qué hay de las bodegas? ¿Son espacios «amigables» con el medio ambiente? Cada vez en más ocasiones, la respuesta es afirmativa, pues el sector ya se ha subido al carro del desarrollo sostenible. En el terreno de la edificación, un buen ejemplo es Protos, cava de la Denominación de Origen (D.O.) Ribera del Duero, cuya ampliación se ha diseñado con principios de bajo impacto ambiental, lo que le ha hecho ser finalista de la segunda edición de los Premios de Construcción Sostenible de Castilla y León. «La novedad del proyecto reside en el uso de la masa del suelo como reguladora de la temperatura en la zona de maduración del vino, disminuyendo así el uso de energía en esta área», afirma José María Enseñat, director gerente del Instituto de la Construcción de Castilla y León. Bajo el suelo La base del nuevo edificio alberga una bodega totalmente subterránea de más de dos kilómetros de túneles y galerías donde se almacena el vino durante la etapa de maduración. «La crianza del caldo requiere una temperatura de entre 14º y 16º C. La masa del suelo se mantiene a estos grados a lo largo de todo el año. Así, el ambiente interior de las galerías adquiere la temperatura del terreno de forma natural y sin requerir energía, gracias al contacto de sus paredes, suelo y techo de piedra», explica Jan Güell, arquitecto de Rogers Stirk Harbour + Partners, estudio encargado del proyecto. La nueva cara de la bodega tampoco es al azar, pues en los cinco grandes aleros de la cubierta exterior se ha utilizado un sistema de construcción que goza de un alto nivel de aislamiento. «La estructura y la forma son de madera (material que requiere 20 veces menos energía en su fabricación que el acero), mientras que el revestimiento exterior es de grandes piezas de cerámica, componente natural con un bajo impacto químico sobre el entorno. Esas piezas generan una cámara de aire por encima de la estructura de las bóvedas, permitiendo que el calor ganado por la radiación solar se disipe, en lugar de filtrarse al interior. Además, los generosos aleros cumplen la función de ¿gorro¿, pues protegen al edificio de la incidencia directa del sol, permitiendo que, sin embargo, el 60 por ciento del edificio reciba luz natural», aclara Güell. Y el método funciona, ya que, según los estudios llevados a cabo por la bodega, con este sistema se reduce la temperatura exterior de la cubierta en un mínimo de dos grados centígrados, con lo que anualmente se genera un diez por ciento de ahorro energético. Pero no sólo el buen hacer en el ámbito de la construcción puede «etiquetar» una cava como sostenible. Más allá va la apuesta por el medio ambiente del Grupo Matarromera, propietario de la bodega Emina (D.O. Ribera del Duero) y pionero en el uso de energías renovables en el sector vitivinícola. De hecho, toda la demanda energética de la cava vallisoletana se cubre con energía «limpia». «Tres paneles fotovoltaicos ubicados en el exterior y en la parte superior de la cubierta del área de elaboración -de 263 kilovatios (kW) de potencia nominal- generan anualmente unos 700.000 kW/hora, suficiente para cubrir las necesidades energéticas del centro, incluso en las épocas de mayor demanda, como la vendimia», explica Carlos Alberte, ingeniero agrónomo del Grupo Matarromera. Calor con restos de vendimia Pero ahí no termina el uso de fuentes «verdes», ya que Emina cuenta con una caldera de biomasa que genera el 50 por ciento de su demanda de energía calorífica. «Los materiales residuales del proceso productivo vitícola -como sarmientos, restos leñosos de la poda de la vid, ramas o troncos- se utilizan como fuente para generar agua caliente sanitaria y agua empleada en el embotellado y en la limpieza de los depósitos. El hecho de generar energía con biomasa supone un 20 por ciento menos de emisiones de CO2 a la atmósfera, si lo comparamos con fuentes como el gasoil», detalla Alberte. Precisamente, el agua es otro de los puntos fuertes de Emina. De hecho, la bodega consigue un ahorro del 50 por ciento del líquido elemento. ¿El secreto? Según explica Alberte, «la clave está en la recuperación y reutilización de las aguas residuales en la estación depuradora». A esto se añade que todas las aguas pluviales son conducidas al pozo de captación mediante canalizaciones y arquetas. Así, esta agua limpia, susceptible de ser empleada, se almacena para posteriormente ser utilizada en el proceso productivo. «Con respecto a sistemas convencionales, el ahorro se puede cifrar en 0,05 litros de agua por botella de vino producida, lo que se traduce en un ahorro estimado de 50.000 litros al año», confirma el ingeniero agrónomo. La sostenibilidad de una cava también se puede «palpar» en la mesa. Sólo hay que mirar el corcho que cierra la botella de vino. Es el caso de Bodegas Dagón, la primera en Europa que tapó sus caldos con corcho certificado con sello forestal FSC, «lo que garantiza que procede de bosques gestionados de modo social, económica y ambientalmente sostenible. El ejemplo de esta bodega asegura la subsistencia de los alcornocales de la cuenca del Mediterráneo», afirma Elena Domínguez, responsable de Sensibilización de Mercados de Productos Forestales de WWF España.
✕
Accede a tu cuenta para comentar