Figueras

«Cerrar un museo es de talibanes»

Barcelona dejó ayer de tener un museo. Se cumplió la orden del Ayuntamiento y Montjuïc cerró sus salas.

«Cerrar un museo es de talibanes»
«Cerrar un museo es de talibanes»larazon

Ayer, en la entrada del Castillo de Montjuïc de Barcelona había un cartel en el que se podía leer: «Gracias a los cinco millones de visitantes en nuestro medio siglo de servicio a la ciudad». De esta manera, se quería agradecer el apoyo al Museo Militar, que echaba el cierre después de que el Ayuntamiento haya asumido la titularidad de la fortaleza. Durante todo el día, se acercaron por última vez al museo inaugurado en 1963 centenares de personas. A las doce del mediodía se calculaba que habían pasado por las salas de la institución unas 700 personas.La dirección del museo organizó un acto festivo y sobrio con una «chocolatada» popular y con música interpretada por la III Subinspección General Pirenaica. Apenas hubo discursos oficiales, a excepción de un breve parlamento del director del museo, el coronel García Riesco, quien se limitó a resaltar que lo que se cerraba era «un museo militar que se quiso brindar a la ciudadanía hace 46 años, como ejemplo del valor del Ejército». Tras resaltar que el espacio también trató siempre de aportar «un mensaje artístico», agradeció el trabajo de los que «han hecho todo esto con una generosidad absoluta» por espacio de cuatro décadas.También hablaron los visitantes, entristecidos por la decisión del Ayuntamiento de Barcelona de suprimir el museo por un centro por la paz, que aún no está dibujado. «Es una pena que se haya tomado una decisión como ésta porque lo que hay aquí es historia. Lo han dejado morir porque todos lo han matado», explicó Enrique Cuevas, visitante del espacio quien, como muchos, preguntaba por el destino final de los fondos. En una de las salas del museo, María de Miguel, al ver las 11.000 figuras de plomo de la colección Arturo Llovera, afirmaba que «me arrepiento de no haber venido antes y esperar hasta el último día porque lo que hay aquí vale la pena. ¿Dónde irá todo esto?». Más reflexiva era la actitud de un jubilado, Carlos Mesa, quien afirmó a este diario que «nunca ha interesado que el Ejército estuviera en Barcelona. Pero lo que se muestra en este museo no es la guerra sino la paz. Las guerras las hacen los que disparan, no las armas».Pero todas estas opiniones no parecen ser compartidas desde el Ayuntamiento de Barcelona. La única autoridad que se acercó brevemente fue el delegado de presidencia del Consistorio, Ignasi Cardelús, quien dijo que «existe la voluntad de que las piezas que explican la historia del castillo, permanezcan aquí», aunque otras irán a parar a museos como el Etnológico o el Frederic Marès. Cardalús puntualizó que la jornada de ayer «se tiene que valorar dentro de la normalidad democrática». El delegado recordó que un museo como el militar no tiene sentido.Para el historiador y militar, Gabriel Cardona, las intenciones del Ayuntamiento son equivocadas. «Un museo militar daría fuerza a un centro de la paz. Suprimir un museo es un atentado cultural», dijo Cardona a LA RAZÓN. Para este historiador, «en los últimos años solamente se han cerrado en todo el mundo dos museos: el de Afganistán y éste de Barcelona. Cuando una cosa no gusta se destruye y lo que ha sucedido aquí es el mismo mecanismo que cuando se volaron los Budas, es decir, se actúa como talibanes». Cardona apuntó que en este tiempo el Ayuntamiento «ha aportado argumento falaces para la medida que han tomado. Es política, no tiene nada que ver con la cultura», aclaró, apuntando que también se ha perdido un rico patrimonio. «Se dispersarán las colecciones, como se ha hecho en Kabul, en vez de tratar de dar un discurso coherente a todo. Es una verdadera lástima», lamentó.Sin noticias para FigueresHoy empezarán a abrirse las vitrinas de las salas del museo, para empezar a recoger las numerosas piezas expuestas. Lo que sigue siendo una incógnita es el destino final de todo lo exhibido hasta ayer. En el castillo de San Fernando, en Figueras, donde se espera que habrá un futuro museo militar, no se sabe nada de que piezas podrán disponer, algo comprensible cuando ni siquiera se ha aprobado el presupuesto de esa instalación. Los responsables de Figueras ni siquieran han visitado el ya cerrado Museo Militar de Barcelona. Igualmente no se ha definido qué museos de Barcelona acogerán algunas de las piezas. Una comisión estudia el destino final de cada una de ellas, aunque un número importante pertenece a coleccionistas privados que se llevarán lo suyo a casa.