Estrasburgo
Cientos de «pacifistas» incendian hoteles y comercios en Estrasburgo
París- No hay cumbre mundial que no tenga su anti-cumbre. La de la Otan no ha faltado a la regla. Estrasburgo, sitiada por la policía y los anti-sistema desde hace una semana, ofrecía ayer una imagen disonante: la aparente calma diplomática con que transcurría la asamblea contrastaba con la violencia y el desorden que la rodeaban. En nombre de un supuesto «pacifismo» cientos de encapuchados la emprendieron con piedras y artefactos incendiarios contra distintas instalaciones estrasburguesas cercanas al que debía ser, ayer, el punto de partida de la manifestación oficial, la autorizada por la prefectura. A mediodía, espesas columnas de humo cubrían la ciudad. Los 10.000 agentes estaban desbordados. El fuego provocado por grupúsculos de incontrolados arrasó la planta baja del hotel Ibis Pont de l¿Europe sin que llegara a propagarse gracias a la intervención de los bomberos. Junto a las barricadas levantadas con neumáticos, ardieron varios comercios, la tienda de una estación de servicio e incluso el antiguo puesto fronterizo de aduanas. Una oficina de turismo fue también pasto de las llamas. Estampadas sobre sus muros, la firma de los autores: «Temblad capitalistas» o «Guerra social». Estos eslóganes se suman a los enarbolados por otros manifestantes, ciertamente menos violentos, pero que escudados tras un mismo lema, «combatir el sistema establecido», justificaban sin condenar la brutalidad de sus correligionarios. Una misma nebulosa ideológica, tan difusa como contradictoria, aglomera a los que se definen como pacifistas junto a comunistas, anarquistas o a jóvenes sin ninguna convicción, salvo la de rechazar la autoridad. Algunos censuran el carácter militar de la OTAN, otros lo consideran «un residuo de la Guerra Fría», y otros tantos carecen de argumentos. Escenario de las contumaces refriegas entre elementos violentos, vestidos de negro y con el rostro cubierto, y los antidisturbios, las calles aledañas al centro rebosaban de adoquines, botellas y cócteles molotov utilizados como proyectiles. Los agentes replicaban a los ataques a base de bombas de gas lacrimógeno y a golpe de pelotas de goma. Además de las innumerables detenciones a las que procedió la Policía, los enfrentamientos se saldaron con más de medio centenar de heridos. «Es algo horrible, nunca antes he visto algo similar en Alemania» declaraba consternado un socorrista alemán. Como él, sus compañeros galos de los servicios de emergencias tuvieron que atender a personas por golpes y brechas en la cabeza. Pese a las amenazas, la gran manifestación no llegó a suspenderse aunque acortó su recorrido y no pudo congregar más de 15.000 personas.
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