Estados Unidos
Comienza el «gran cambio americano»
A la hora que marca la Constitución de EE UU, las doce del mediodía, el afroamericano juró su cargo como presidente.
washington- Con el aliento de los dos millones largos de personas que quisieron ser testigos de la Historia, Barack Obama, el primer presidente negro de EE UU tomó ayer posesión de su cargo con la promesa de liderar no ya una transición desde el Despacho Oval, sino una verdadera transformación del papel que ha venido jugando EE UU en el mundo en los últimos años. «Ha llegado el momento de reconstruir EE UU», dijo Obama en las escalinatas del Congreso después de declarar con extraordinaria convicción que su país «está preparado para liderar una vez más».
Siguiendo al pie de la letra la liturgia, casi sagrada, de la democracia americana, el ex senador de Illinois, de 47 años, juró su cargo a mediodía, poniendo la mano sobre la misma Biblia de cuero que utilizó Abraham Lincoln hace 148 años. Usó el presidente su nombre completo, Barack Husein Obama, herencia de su padre keniano, al invocar el tradicional juramento. La fórmula fue administrada por primera vez por el magistrado jefe del Tribunal Supremo, John Roberts, que pese a su brevedad, 35 palabras, se equivocó creando un breve instante de desconcierto visible en la cara de Obama. Fue el único momento en que al nuevo mandatario le tembló la voz.
La simbólica jornada de investidura empezó para Washington a las tres o cuatro de la mañana, cuando centenares de miles de personas, desafiando uno de los días más salvajes del invierno, emprendieron su peregrinación sobre la monumental explanada del centro de la ciudad. Todos los discursos de inauguración son importantes, pero adquieren un significado especial los pronunciados en tiempos de crisis o, como dijo ayer Obama poéticamente, en tiempos como éste de «feroces tormentas». Pero hubo mucho más que lírica en las enérgicas palabras de Obama.
«Los retos a los que nos enfrentamos son reales. Son serios y numerosos. No serán superados fácilmente o en un breve espacio de tiempo. Pero sabed esto, América, serán superados», dijo Obama 77 días después de ganar las elecciones. En su discurso, de 18 minutos, el ya presidente señaló que el país debe elegir «la esperanza sobre el miedo, la unidad sobre el conflicto y la disonancia» para superar la peor crisis desde la Gran Depresión. «Empezando desde hoy, debemos levantarnos del suelo, sacudirnos el polvo y comenzar de nuevo el trabajo de reconstruir EE UU». A los pies el Capitolio, rodeado de toda la cúpula estadounidense, de su familia y de los ex presidentes, incluido por supuesto George W. Bush, Obama instó a comenzar una nueva era de sacrificio y responsabilidad personal. «Tenemos que reconocer nuestras obligaciones ante nuestra nación y ante el mundo», insistió el mandatario mirando a la impactante muchedumbre que cubría emocionada los tres kilómetros del Mall, en su día, un mercado de esclavos. «En este día, venimos a proclamar el fin de las quejas insignificantes y las falsas promesas, las recriminaciones y los dogmas gastados que durante demasiado tiempo han dominado nuestra política». Sólo a escasos metros, la primera dama Michelle, vestida con un elegante vestido amarillo, y sus hijas Malia y Sasha, ya iconos infantiles para los americanos más pequeños, regalaban a su padre orgullosos gestos de aprobación.
Minutos antes juraba también su cargo el vicepresidente Joe Biden bajo la atenta mirada de su controvertido predecesor, Dick Cheney, que sorprendió al asistir a la ceremonia en silla de ruedas. La dura realidad de abandonar el poder y hacer la mudanza le habían castigado con un tirón en la espalda.
Obama prometió ayer una nueva dirección en política exterior, rechazando la idea de que hay que elegir «entre nuestra seguridad y nuestros ideales para nuestra defensa común» y dibujando los principales ejes de lo que serán sus primeras prioridades internacionales. «Empezaremos a devolver Irak a sus gente de manera responsable y a forjar la paz en Afganistán», señaló el presidente. «Trabajaremos sin descanso para disminuir la amenaza nuclear y retrasar el fantasma del calentamiento del planeta».
El nuevo inquilino de la Casa Blanca lanzó además un mensaje directo al mundo musulmán, con el que busca «un nuevo camino hacia adelante, basado en los intereses y el respeto comunes». A aquellos líderes que buscan sembrar el conflicto o culpar de los males de su sociedad a Occidente, sabed que vuestra gente os juzgará por lo que podéis construir y no por lo que podéis destruir».
Al terminar el esperadísimo discurso, las multitudes se desplazaron a la avenida Pensilvania, con la ilusión de captar un instante de la comitiva presidencial.
Preocupación por Kennedy
Ningún presidente se ha estrenado en el Despacho Oval con el listón tan alto, pero tampoco con la abrumadora confianza pública de la que goza hoy Barack Obama. Y si ayer era la celebración, hoy es el día en que Obama se pone manos a la obra. La única sombra de los fastos de esa gran jornada se derramó sobre el senador Ted Kennedy, que, después de asistir a la ceremonia, se desmayó durante el almuerzo que el Congreso estadounidense ofreció al nuevo presidente del país.
El propio Obama, en su brindis al término de la comida, hizo referencia al senador, hermano del ex presidente John F. Kennedy. «Una parte de mí está con él en estos momentos», afirmó, para añadir «mis oraciones están con él y con su familia». «Hoy es un día muy feliz para mí, pero también triste», añadió.
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