El Cairo
Egipto convierte la gripe A en una medida «sectaria»
EL CAIRO- Makram Lami Taufik confiesa que desde hace una semana no ha parado de llorar. Este cristiano copto, de 42 años, dueño de 10 piaras, ha tenido que sacrificar alrededor de 700 cerdos desde que el Gobierno egipcio ordenó, a finales del mes de abril, el sacrificio de toda la cabaña porcina del país como prevención ante la gripe A1H1N1. A pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) garantizó que no existe riesgo de contagio por consumir carne de cerdo, el régimen de Hosni Mubarak tomó con celeridad la decisión de sacrificar 300.000 cabezas de ganado porcino en el país del Nilo. «Los servicios veterinarios se llevaron a 200 cerdos y esta mañana han confiscado otros 110», se queja Taufik. Las autoridades de El Cairo anunciaron compensaciones económicas a los coptos de 12 euros por animal sacrificado y de 30 si se trata de una hembra embarazada, además de recibir el valor de la carne. Pero Taufik sólo recibió 6 euros por cerdo sacrificado y desconoce lo que han hecho con la carne en el matadero de Al Basatín, a las afueras de El Cairo. «Las pérdidas económicas son muy grandes», denuncia el criador y explica que gana entre 60 y 100 euros por la venta de un cerdo a un mayorista y dos euros por el kilo de carne a un particular. Como la mayoría de los 500.000 coptos que viven en la ladera de la colina de la Muqattam, denominada la Cuidad de la Basura, Taufik se dedica a la recogida y reciclaje de basura, y a la crianza de puercos. Lo que más le preocupa es qué harán ahora los vecinos con las 2.000 toneladas de residuos orgánicos que acumulan diariamente y sirven para alimentar a los animales. Hasta el momento, los servicios veterinarios sacrificaron 20.000 de los 85.000 cerdos que hay en el barrio. El sacerdote Samana, de la iglesia de la Muqattam, piensa en el futuro de sus feligreses: «Sólo Dios lo sabe; esta medida del Gobierno es para acabar con los coptos». Su visión se contradice con la del Papa Shenuda III, la mayor autoridad cristiana de Egipto, que aplaudió el decreto presidencial. Pero la mayoría de la comunidad copta, que representa sólo al 10% de los 80 millones de egipcios, desconfía del Gobierno y cree que las autoridades aprovecharon la situación para hacer desaparecer la carne de cerdo del país, aunque éstas prometieron que en dos años importarán el alimento porcino. Detrás de las motivaciones religiosas, como apuntan algunos periódicos opositores, que incluso la llaman la «gripe sectaria», se esconden intereses económicos. Según Hisham Kassem, ex director del diario independiente «Marsi el Youm», en los mercados populares se vende carne porcina porque es más barata que la vacuna. «Los musulmanes han empezado a consumir cerdo porque no pueden pagar el precio de la carne de ternera o cordero. Esto presenta una amenaza para los ganaderos musulmanes, ya que el cerdo está monopolizado por los coptos», explica a LA RAZÓN. Asegura que el régimen «no cumplirá su cometido, pues la decisión se tomó sin adoptar medidas de higiene», añade, «no hay infraestructuras suficientes para sacrificar a los 300.000 cerdos registrados en Egipto». A los que hay que sumar otros miles más que son criados en los patios.
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