Barcelona
Un gol que sabe a gloria
Avisó Guardiola el viernes: «Nos quedan 18 puntos para ser campeones». Ahora ya son sólo quince. El Barça vivía un «via crucis» muy particular cada vez que le tocaba visitar el Coliseo Alfonso Pérez en las últimas temporadas. Ahí, Rijkaard vivió uno de sus peores momentos como técnico. Pero ahora es diferente, con Guardiola todo ha cambiado y el Barça se reconcilió ayer con el estadio getafense. Fue con una victoria ajustada. Mereció más goles, pero no los encontró y se agarró al tan- to conseguido por Messi a los veinte minutos.
Cuando el Barça está inspirado, lo mejor es sentarse y disfrutar del espectáculo. Intentar defender resulta misión imposible y, además, te deja en evidencia. Durante el primer tiempo, los azulgrana tuvieron uno de esos días. Días en que sale casi todo. En que siempre hay un compañero bien colocado al que pasarle el balón. En que ven los espacios con facilidad. En que el rival no sale de su área. El Barça tuvo unos primeros cuarenta y cinco minutos para enmarcar.
Al espectáculo colaboró Víctor, un experto en saber cómo hacer daño al Barcelona y en robarle puntos. Pero el técnico azulón renunció a su estilo propio. Dejó a Granero en el banquillo y situó a dos laterales por banda para de- tener el ataque rival. El tiro le salió por la culata. En veinte minutos, el recital azulgrana era absoluto. Había constantes llegadas, pero poco acierto.
En los días en que el Barça juega bien, todos los jugadores cumplen con su trabajo, pero siempre emerge la figura de Iniesta. El de Fuentealbilla juega con una marcha fija. Sin prisa, pero sin pausa. Recibe y mira. Y casi siempre toma la decisión correcta, regatear o pasar.
Henry tuvo el partido en sus botas, pero falló inexplicablemente dos ocasiones clarísimas. Claro que Stojkovic también tuvo algo que ver en los fallos del francés, sobre todo en el primero, en el que sacó el brazo izquierdo de manera inverosímil. La parada de la Liga, sin duda.
La superioridad azulgrana era absoluta, pero no se traducía en el marcador. Hasta que apareció Messi. Un pase de Etoo, lo recogió Xavi dentro del área y se la pasó a Messi. Cata se fue al suelo y el argentino, tranquilo, se revolvió, se esquinó un poquito a su izquierda y lograba marcar. El tanto no frenó el ímpetu de los de Guardiola, que cuando pierden el balón salen corriendo a por él otra vez, desde Messi hasta Valdés.
Pero el Barça fue incapaz de marcar más antes del descanso y el Getafe dio por bueno el marcador. Era lo peor para los azulgrana, porque el partido podía haber quedado sentenciado y no fue así. Tras el entretiempo, Víctor recuperó a Granero, y el Getafe hizo lo propio con el balón. Los azulones dieron un paso al frente, pero apenas pusieron en aprietos a Valdés.
El Barça se conformaba con esperar y salir en cada recuperación. Turienzo también tuvo sus momentos. No señaló un penalti claro de Mario sobre Messi y anuló un gol legal del argentino por fuera de juego, desmontando así posibles teorías conspiratorias. La mejoría del Getafe era estéril y las mejores ocasiones seguían siendo «culés». Etoo, sólo, fue incapaz de batir a Stojkovic y mandó el balón al palo. Así acabó el partido. Con un solitario gol, pero que sabe a gloria para el Barça.
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