Tetuán
El día que Franco tomó el Estrecho
En el capítulo que publicamos, el autor relata la impotencia de la flota republicana ante el empuje franquista. franco quería pasar un convoy de 3.000 hombres desde Marruecos hasta la Península ? ? ? la dotación republicana navegaba en zig zag, y huían cuando eran atacados
Desde el 20 de julio, Franco había insistido en hacer pasar un
convoy desde Marruecos a la Península. A pesar de las objeciones de sus colegas militares, aéreos y navales, había abundado en la importancia y la conveniencia de cruzar el Estrecho a pesar del aparente dominio republicano. Franco basó su confianza en la hasta entonces dudosa eficacia de la aviación contra una flota de guerra en alta mar, así como en la impericia de las dotaciones republicanas, las cuales, según los observadores, navegaban en zigzag y huían en cuanto eran atacadas. Se decidió hacer pasar el convoy de día para más sorpresa (y porque sólo de día podía funcionar la aviación) y escogiendo el momento de máxima dispersión de la flota enemiga (...). El convoy, compuesto de tres barcos correo, sería escoltado por el cañonero Dato, el torpedero T-19 y el guardacostas Uad-Kert.
El cargamento del convoy era de tres mil hombres y gran cantidad de municiones. La tarea de la aviación era mantener una patrulla constante para embotellar las unidades de la flota republicana que se hallaban en Tánger y en Málaga (...). Vista entonces la eficacia del bloqueo aéreo de la flota republicana, Franco decidió que saliera el convoy. La orden de salida fue recibida finalmente a las 16.30 horas, cuando las tropas y el material llevaban ya más de doce horas embarcados. Cuatro transportes -el Ciudad de Algeciras, el Ciudad de Ceuta, el Arango y el Benot, los dos últimos remolcadores y los tres primeros propiedad del millonario y pilar de la sublevación Juan March- salieron en línea de fila conducidos por el Uad-Kert y el Dato. El Benot tuvo que volver por el estado del mar, ya que, a diferencia del Arango, no era un remolcador de altura. Los transportes llevaban dos unidades y parte de otra tipo batallón, un batería de 10,5 cm, cuatro morteros, material de transmisión, transportes, 1.200 granadas y dos millones de cartuchos de fusil. Debido a las diferencias de velocidad, poco después la línea del convoy estaba constituida por las dos motonaves Ciudad de Algeciras y Ciudad de Cádiz, seguidas por el Dato y el Uad-Kert y luego el Arango.
Llamada de urgencia
A cinco millas de Punto Carnero apareció desde el oeste, el destructor republicano Alcalá Galiano dirigiéndose a la zona del Estrecho para sustituir al Lepanto y a las unidades republicanas que se esforzaban en aquel momento en proteger a este buque, averiado por la bomba de aquella mañana y todavía de camino hacia Málaga. El Alcalá Galiano no había sido observado todavía por la aviación por encontrarse patrullando a la altura del cabo de Trafalgar. Seguramente llamando de urgencia, cubrió los 50 km que le separaban del convoy nacional en aproximadamente una hora, desarrollando, bajo el mando del teniente de navío Eugenio Calderón, sus 36 nudos.
Pero al llegar al lugar de acción, los transportes de los sublevados entraban ya en la bahía de Algeciras, protegidos por la batería de 15,5 cm recién instalada. El Alcalá Galiano disparó contra el Ciudad de Algeciras desde diez mil metros, sin dar en el blanco. Disparaba con sus piezas de proa. El Dato metió a babor para cortar la línea de tiro del destructor,
disparándole a 5.000 metros. El Alcalá Galiano metió a estribor y los dos buques cambiaron fuego antes de que el Dato se alejase para pasar por la línea del convoy y cambiar otra vez fuego con el destructor al este del convoy, el cual, mientras tanto, se ponía bajo la protección de las baterías costeras de Punto Carnero. A las cortas distancias en cuestión, los cañones de 101,6 cm del Dato, los de 4,7 del T-19, que salió de Algeciras abriendo fuego sobre el Alcalá Galiano, y los de 7,6 del Uad-Kert tomaron parte en la acción. La mala disciplina radiofónica hizo que, en general, las baterías costeras de Ceuta y Algeciras conociesen la ubicación de los buques republicanos y que, de hecho, el Alcalá Galiano fuese bombardeado por la batería del 15,5 desde Punto Carnero (...). A pesar de la demostración de la impotencia de la flota republicana para impedir el paso de un convoy, no se obtuvo libertad total para los transportes por mar hasta que los cruceros nacionales Almirante Cervera y Canarias bajaron desde el Cantábrico. Sin embargo, no se puede decir que el episodio del 5 de agosto fuera «puramente anecdótico».
La debilidad republicana
Se había demostrado que, con la presencia de una fuerza aérea agresiva y en estrecha colaboración con los mandos sublevados de tierra y de mar -coordinación que evidentemente estaba ausente en el otro bando-, la flota republicana era un tigre de papel. La cuestión no es, entonces, por qué el convoy pudo pasar sino por qué el mando naval republicano no reforzó el destructor Alcalá Galiano con el resto de la flota. Era verdad que el Valdés y el Lepanto habían sido averiados por los bombardeos (...). ¿Es posible que la información fuera tan defectuosa que el mando republicano no supiera que el convoy iba a salir? La distancia a cubrir entre Ceuta y Algeciras (20 millas) es tan poca que el convoy la hizo en poco más de dos horas. La gran actividad aérea de aquella mañana debería haber avisado al mando republicano de que algo se tramaba (...). La reacción republicana no se hizo esperar. El día 7, desde las 6.30 horas de la mañana, la aviación republicana bombardeó Algeciras. A las 8.30 se presentaron el Jaime I, el Libertad y dos destructores que procedieron a abrir fuego a cinco millas de Punto Carnero (...). Los primeros militares alemanes recibieron órdenes de no hacer misiones de combate (Proctor, p. 21, citando documentos de Unternehmen Feuerzauber, el apodo dado a la operación). pactos y se incendió.
El apoyo exterior
El Libertad, mientras tanto, seguía bombardeando la ladera de Punto Carnero. Desde luego, si la puntería en algunos momentos fue deficiente, la que realizó impactos sobre el Dato, evitando el Uad-Kert, el T-19 y el Ciudad de Algeciras, amarrados al lado en el muelle, fue de alta calidad, aunque sólo desde los mil metros. Después, el Jaime I inutilizó el Uad-Kert con un tiro que le tocó la caldera. El acorazado y el crucero habían hecho acto de presencia inutilizando dos barcos de guerra, silenciando las baterías de costa incapaces de responder a los 30,5 del acorazado y causando destrozos en el muelle y la ciudad. Sendos bombardeos de Cádiz, por parte del Cervantes y del Valdés, de Arcila y de Larache, demostraron la absoluta superioridad
en el Estrecho de la flota gubernamental siempre que no se concentrasen las fuerzas aéreas enemigas. El hecho de que estas fuerzas representaban un peligro quedó demostrado por el ataque realizado al Jaime I el 13 de agosto, cuando dos Junkers 52 le lanzaron bombas causando daños de alguna importancia (...). Aquel mismo día, 13 de agosto de 1936, el cónsul inglés en Tetuán, Mr. Monck-Mason, muy pro nacional y desdeñoso de lo que llamaba la «chusma», informó a su superior en Tánger de que había más de treinta grandes aviones en Tetuán. El día 11, le había informado su agente, se habían enterado de que varios de los Junkers 52 venían armados ya desde Alemania.
entraban ya en la bahía de Algeciras, protegidos por la batería de 15,5 cm recién instalada. El Alcalá Galiano disparó contra el Ciudad de Algeciras desde diez mil metros, sin dar en el blanco. Disparaba con sus piezas de proa. El Dato metió a babor para cortar la línea de tiro del destructor, disparándole a 5.000 metros. El Alcalá Galiano metió a estribor y los dos buques cambiaron fuego antes de que el Dato se alejase para pasar por la línea del convoy y cambiar otra vez fuego con el destructor al este del convoy, el cual, mientras tanto, se ponía bajo la protección de las baterías costeras de Punto Carnero. A las cortas distancias en cuestión, los cañones de 101,6 cm del Dato, los de 4,7 del T-19, que salió de Algeciras abriendo fuego sobre el Alcalá Galiano, y los de 7,6 del Uad-Kert tomaron parte en la acción. La mala disciplina radiofónica hizo que, en general, las baterías costeras de Ceuta y Algeciras conociesen la ubicación de los buques republicanos y que, de hecho, el Alcalá Galiano fuese bombardeado por la batería del 15,5 desde Punto Carnero (...). A pesar de la demostración de la impotencia de la flota republicana para impedir el paso de un convoy, no se obtuvo libertad total para los transportes por mar hasta que los cruceros nacionales Almirante Cervera y Canarias bajaron desde el Cantábrico. Sin embargo, no se puede decir que el episodio del 5 de agosto fuera «puramente anecdótico».
La debilidad republicana
Se había demostrado que, con la presencia de una fuerza aérea agresiva y en estrecha colaboración con los mandos sublevados de tierra y de mar –coordinación que evidentemente estaba ausente en el otro bando–, la flota republicana era un tigre de papel. La cuestión no es, entonces, por qué el convoy pudo pasar, sino por qué el mando naval republicano no reforzó el destructor Alcalá Galiano con el resto de la flota. Era verdad que el Valdés y el Lepanto habían sido averiados por los bombardeos (...). ¿Es posible que la información fuera tan defectuosa que el mando republicano no supiera que el convoy iba a salir? La distancia a cubrir entre Ceuta y Algeciras (20 millas) es tan poca que el convoy la hizo en poco más de dos horas. La gran actividad aérea de aquella mañana debería haber avisado al mando republicano de que algo se tramaba (...). La reacción republicana no se hizo esperar. El día 7, desde las 6.30 horas de la mañana, la aviación republicana bombardeó Algeciras. A las 8.30 se presentaron el Jaime I, el Libertad y dos destructores que procedieron a abrir fuego a cinco millas de Punto Carnero (...). Los primeros militares alemanes recibieron órdenes de no hacer misiones de combate.
El apoyo exterior
El Libertad, mientras tanto, seguía bombardeando la ladera de Punto Carnero. Desde luego, si la puntería en algunos momentos fue deficiente, la que realizó impactos sobre el Dato, evitando el Uad-Kert, el T-19 y el Ciudad de Algeciras, amarrados al lado en el muelle, fue de alta calidad, aunque sólo desde los mil metros. Después, el Jaime I inutilizó el Uad-Kert con un tiro que le tocó la caldera. El acorazado y el crucero habían hecho acto de presencia inutilizando dos barcos de guerra, silenciando las baterías de costa incapaces de responder a los 30,5 del acorazado y causando destrozos en el muelle y la ciudad. Sendos bombardeos de Cádiz, por parte del Cervantes y del Valdés, de Arcila y de Larache, demostraron la absoluta superioridad en el Estrecho de la flota gubernamental siempre que no se concentrasen las fuerzas aéreas enemigas. El hecho de que estas fuerzas representaban un peligro quedó demostrado por el ataque realizado al Jaime I el 13 de agosto, cuando dos Junkers 52 le lanzaron bombas causando daños de alguna importancia (...). Aquel mismo día, 13 de agosto de 1936, el cónsul inglés en Tetuán, Mr. Monck-Mason, muy pro nacional y desdeñoso de lo que llamaba la «chusma», informó a su superior en Tánger de que había más de treinta grandes aviones en Tetuán. El día 11, le había informado su agente, se habían enterado de que varios de los Junkers 52 venían armados ya desde Alemania.
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