Educación
El malestar contra el Plan Bolonia cala también entre el profesorado
Sesenta docentes de la Universidad de Zaragoza han firmado un crítico manifiesto contra la adaptación a Europa.
Madrid- Un grupo de profesores se sumaba esta semana a la febril revuelta contra el Plan Bolonia al encerrarse con los estudiantes en la Universidad de Barcelona. En Zaragoza, otros 60 hacían público ayer un manifiesto en el que denunciaban las prisas, la falta de debate y la indefinición con las que, en su opinión, se está llevando a cabo la adaptación a Europa.Los argumentos esgrimidos por los docentes coinciden básicamente con las denuncias de los estudiantes: riesgo de privatización de la gestión universitaria y mercantilización de la enseñanza pública con la injerencia de intereses empresariales en el diseño de los grados y los másteres o en la creación de las cátedras.Además de poner el acento en lo que califican como la introducción «apresurada y con calzador» de las nuevas enseñanzas en la Universidad de Zaragoza, los profesores critican que no se hayan discutido las transformaciones metodológicas que deben acometer y la «indefinición» sobre cómo transformar las estructuras actuales (laboratorios, bibliotecas, espacios para tutorías...) y los recursos de personal, informa Efe.«Optimismo injustificado»Los firmantes del manifiesto consideran que hay un «optimismo injustificado y desaforado» por parte de los autoridades y llaman la atención de la «insólita presión sobre los medios para contrarrestar una posible acción estudiantil generalizada a partir de los actuales encierros»La respuesta de profesores y estudiantes ante el Plan Bolonia, acordado en 1999, se produce en la recta final de la adaptación de la universidad española al llamado Espacio Europeo de Educación Superior, para el que los países firmantes de la iniciativa se dieron de plazo hasta el año 2010.Las nuevas enseñanzas impondrán un nuevo sistema de créditos, que no sólo miden las horas de clase, sino el tiempo dedicado a la elaboración de trabajos y de prácticas, lo que implica una atención más individualizada por parte del profesor, que debe cambiar sus métodos de clase.Los propios rectores consultados por este periódico reconocen que la evaluación continua de Bolonia supondrá una mayor carga de trabajo para los docentes, que antes centraban su labor en impartir clases, pero que ahora tendrán que reforzar las tutorías, revisar más exámenes y más trabajos. De modo que, añaden, se les reduce el tiempo que podrían dedicar también a la investigación y promoción académica.En todo caso, la adaptación de la universidad supone una serie de cambios en las infraestructuras y recursos de personal para los que la mayoría de los centros todavía no se han preparado. Sin financiaciónA eso se añade la falta de financiación de las universidades públicas, que deben afrontar estos gastos con el presupuesto actual, como destacó el rector de la Uned, Juan Antonio Gimeno. Los estudios realizados estiman que Bolonia supondrá un aumento del 25 por ciento de los gastos en las universidades presenciales.
El crédito Europeo y los nuevos títulos académicosLa gran innovación del Plan Bolonia reside en la incorporación de los créditos ECTS, que permitirán una misma enseñanza a nivel europeo, es decir, que serán homologables en todo el continente. Estos créditos miden las horas de trabajo del estudiante, tanto las lectivas, como las dedicadas a la elaboración de trabajos y de prácticas, la asistencia a conferencias o la preparación del examen final. Un crédito europeo equivale a entre 25 y 30 horas de trabajo, y cada curso académico consta de 60 créditos, es decir, entre 1.500 y 1.800 horas de trabajo al año. Sin ser un mandato de Bolonia, pero sí para acercar la estructura de nuestra enseñanzas a Europa, el Gobierno decidió convertir las actuales diplomaturas (tres años) y licenciaturas (cinco) en un único ciclo de grado, de cuatro años de duración, desde el que luego se podrá acceder a másteres y doctorados de especialización.
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