El Museu Marítim redescubre los tesoros de la tumba de Tutankhamon

Una noche cerrada del 4 de noviembre de 1922, el arqueólogo Howard Carter, después de siete años de arduas excavaciones, descubría al mundo la tumba del faraón Tutankhamon. Mientras unos aplaudían «el descubirmiento arqueológico del siglo» otros ya hablaban de la maldición que quedaba abierta para todos aquellos que habían osado interrumpir el descando eterno del faraón. A los pocos días, moría de una misteriosa infección el financiero del proyecto, Lord Carnarvon, y la leyenda empezaba a circular. La venganza de la momia no había hecho más que empezar.
El Museu Marítim acoge ahora una reproducción de lo que vieron exactamente aquellos primeros hombres que entraron en la tumba. Cien artesanos egipcios se han dedicado durante años a reproducir todos los objetos que se encontraron, desde joyas a sarcófagos. El resultado es un fascinante viaje en el tiempo con dos paradas, hace 3.300 años y aquel otoño de 1922. «La ventaja de organizar una muestra con copias es que el público puede acercarse a las piezas, sentirlas casi in situ», señaló ayer el egiptólogo Martin Von Falck.
Hasta el 6 de septiembre, el curioso podrá ver en la muestra «Tutankhamon, la tomba i els seus tresors» hasta 500 piezas del ajuar del faraón, que incluyen la reproducción de la tumba tal y como la encontraró Howard Carter a escala original.
La tumba del faraón más famoso de todos los tiempos fue una de las pocas del Valle de los Reyes que se salvó del saqueo. Las riquezas que se encontraron eran incalculables. La muestra consigue contextualizar el hallazgo y hacer olvidar que las piezas, en realidad, no tienen valor alguno. Vale la pena desoir la maldición para comprobarlo.